Tierra de las emociones perdidas es un manifiesto visual realizado por la artista, docente, e historiadora del arte Marina de Caro en torno a las relaciones entre el arte y la educación. La muestra puede visitarse en la galería Ruth Benzacar desde el 28 de junio hasta el 10 de septiembre, de 14 a 19 horas.
Al ingresar al salón llaman la atención tres preguntas inscritas sobre una pared blanca. Su sobriedad aparente desaparece al leer “¿Cuántas imágenes dentro de cada imagen? ¿Cuántas palabras hay dentro de cada palabra? ¿Qué hay entre?”. La obra de Marina de Caro está atravesada por el “entre” porque es una artista interdisciplinaria. Esto significa que experimenta a partir del diálogo de diferentes soportes, el espacio intermedio entre distintas disciplinas.
En Tierra de las emociones perdidas explora las relaciones entre el arte y la educación a partir de un punto en común: sobre ambos terrenos ensayamos otros mundos posibles en un espacio compartido. A De Caro le interesa el proceso artístico como medio de aprendizaje. Busca escapar del sistema de arte institucionalizado y de los medios hegemónicos, para desarrollar autonomía en el pensamiento y la sensibilidad. Por eso, en este manifiesto visual se pregunta: ¿Qué es una escuela?, ¿Con qué palabras la asociamos? Las respuestas que esgrime mediante diversas piezas son disruptivas, azarosas y melancólicas.
No es casual que su primera aproximación al arte haya sido desde la danza. La búsqueda de Marina de Caro es con el cuerpo y el espacio. Como en la mayoría de sus exposiciones, trabajó con soportes variados: el óleo, el papel, el textil, el alambre, entre otros. “Hago realmente lo que quiero, no tengo ningún tipo de pudor para eso”, expresó en una conferencia en la Universidad de Palermo. Además fue fundamental la exploración del color. Como parte de Cromoactivismo, un grupo de militancia poético y transversal, es fiel a la premisa “darle la palabra al color” porque cada color y material emana una energía y vibración particular.
“Un artista es una persona que afecta al mundo y es afectado por el mundo, y el arte es un ensayo sobre cómo lo podemos afectar”, afirma en la conferencia mencionada. A la historiadora del arte no le interesa categorizar, por eso es amante del textil, un material flexible difícil de domar. Como docente, es fiel creyente de la inteligencia del hombre, de valorar lo que cada uno ve en un material, en una idea, en un espacio, por más caprichoso que pueda parecer al principio. Se trata de intuir, y luego fanatizarse con ese deseo.
Tierra de las emociones perdidas va a ser para cada subjetividad una experiencia particular y mutante.
GALERIA RUTH BENZACAR
Juan Ramirez de Velasco 1287, CABA