Conmemorando los 50 años del fallecimiento de Pablo Picasso, el Museo Nacional de Bellas Artes presenta más de 30 obras del artista español conservadas en el acervo institucional.

«Picasso ha abrazado el arte con tal pasión y convicción que lo ha llevado a ser el gran experimentador del siglo XX. Sus indagaciones y creaciones formales y sus búsquedas técnicas han ampliado consistentemente los límites del arte de forma definitiva. Se podría decir perfectamente que hay un antes y un después de Picasso en la historia del arte».
Andrés Duprat
Las obras en exhibición, datadas entre 1905-1959, incluyen grabados, dibujos y cerámicas realizados desde su etapa de juventud, entre los que hay retratos de las mujeres importantes de su vida o escenas en su atelier, y también piezas que muestran su interés por la situación política de entreguerras y la representación de animales fantásticos, con los que se identificó y que hoy son símbolos picassianos universalmente reconocibles.


La muestra está organizada en cinco núcleos temáticos. El inicial, “Primer tiempo. De la figuración al cubismo”, da cuenta de sus primeros grabados en punta seca y al aguafuerte, realizados a comienzos del siglo XX, época en la que conoció estas técnicas que lo fascinaron y con las que estampó arlequines y personajes de circo en sus momentos cotidianos, incluyendo mujeres desnudas en escenas de baño. De este momento es la “Serie de los Saltimbanquis” ‒de la que se exhibe “El baño”‒, y la acuarela “Mujer desnuda de espalda”: en la pieza, la modelo representada podría ser Fernande Olivier, su primera pareja. Hacia 1908-1909, experimentó el lenguaje del cubismo en grabados, en obras como “Dos figuras desnudas: mujer con una guitarra y niño con una copa” o “Naturaleza muerta con frutero”. A partir de 1911, sus chapas fueron adquiridas por importantes marchands, quienes las hicieron estampar y vendieron como copias sueltas, editadas en libros o en carpetas.

“En el atelier. El artista y su modelo” es el segundo eje y reúne obras donde aparecen representados el artista y las mujeres cercanas a él, como su joven amante Marie-Thérèse Walter, que posó para pinturas y grabados sobre este tema en las décadas del 20 y del 30. Trece de estas obras se publicaron en 1931 en una edición de “La obra maestra desconocida”, del francés Honoré de Balzac. En la serie de grabados sobre “El taller del escultor”, realizada entre 1933 y 1934, puede verse su interés por el arte clásico, ya que el escultor (tal vez el propio Picasso) aparece personificado como un dios de la Grecia antigua.
“Femmes. Retratos de mujeres” identifica el tercer conjunto de obras exhibidas: son imágenes de algunas de las mujeres que marcaron su vida y se reiteran por etapas, formando parte de sus búsquedas experimentales en torno a la figuración y al cubismo. Luego de relacionarse con Fernande Olivier, Olga Khokhlova, Marie-Thérèse Walter y Dora Maar, en los últimos 30 años de su trayectoria, Picasso se vinculó con Françoise Gilot y Jacqueline Roque. Retrató a la primera en numerosas pinturas y litografías, en imágenes figurativas y en otras donde ensayó variantes geométricas; mientras que a Roque, a quien conoció en un taller de cerámica, la representó sin cesar al óleo, en grabados y en cerámicas hasta su muerte, en 1973.
El cuarto núcleo, “Hacia el Guernica. Arte y compromiso político”, recoge la serie de grabados que, en 1937, en plena Guerra Civil Española, el gobierno republicano le encargó a Picasso para el pabellón del país en la Exposición Internacional de París, junto con un mural, el “Guernica”. A estos grabados, que se vendían en la feria, los llamó “Sueño y mentira de Franco”, y componían una sátira al general Francisco Franco, que aparece ejerciendo su acción destructiva.


El quinto y último eje expositivo es “Metamorfosis. Entre lo animal y lo humano: faunos, centauros, toros y caballos” y presenta escenas de tauromaquia, espectáculo que lo apasionó desde su niñez, en la serie “Corrida de toros”, formada por ocho platos de loza roja realizados en 1959 en la Factoría Madoura. También se muestran, entre otras obras en papel, la aguatinta “Caballo”, creada para ilustrar “Historia Natural”, la enciclopedia del naturalista Georges Louis Leclerc, Conde de Buffon; y el plato de loza blanca “Cabeza de Fauno”, de 1955.

La exposición también evoca, a partir de documentación y fotografías del archivo institucional, la Comisión Pro-Picasso del Bellas Artes, formada en 1956, durante la gestión de Jorge Romero Brest como director, con la intención de recaudar fondos para adquirir obras del artista malagueño. Esta comisión donó al acervo 16 piezas, presentadas en 1961 en la muestra “Picasso cumple 80 años”. Por otra parte, se recuerda “Picasso: Maestro del grabado”, la exhibición celebrada en el Museo en 1973, que coincidió con el año del fallecimiento del artista y estuvo integrada por 100 obras provenientes de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473, Ciudad de Buenos Aires.
Abierto de martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.