El Espacio de Arte Fundación Telefónica reabre sus puertas con la muestra Estado de Emergencia del artista argentino radicado en Berlín, Charly Nijensohn. Una video instalación compuesta por tres obras históricas, montadas a modo de friso, que exploran la finitud humana frente a la inmensidad de la naturaleza. Y, aunque suene contradictorio, Nijensohn usa la tecnología para recordarnos este sentimiento.
A lo largo de la historia del arte el paisaje ha sido uno de los géneros históricos tal vez más explorados. Marco de las alusiones religiosas renacentistas, de las teatrales escenas barrocas y por supuesto, constituyente para la pintura del siglo XIX donde aparece de manera autónoma, per se. Se desarrolla una categoría pictórica para pensar el paisaje: lo sublime. Un sentimiento, que entre placer y dolor, permite captar lo infinito. Un hombre pequeño, diminuto, que contempla melancólico la inmensidad de la naturaleza, que se ve a la vez abrumado y maravillado.
Esta puede ser una primera forma de mirar la obra de Nijensohn. Como un artista romántico que contempla silencioso el paisaje y que encuentra allí la promesa de totalidad que el hombre perdió. No por nada, los protagonistas de sus videos son seres humanos que tienen un contacto especial con la naturaleza: la comunidad aborigen Waimiri Atroarí en el caso de Dead Forest Storm (2009), la comunidad Aimara en El naufragio de los hombres (2008) y un equipo de rescate de montaña en El éxodo de los olvidados (2011). En este ultimo caso, los protagonistas tienen justo a la altura de Anja Chakra, o el tercer ojo, una luz resplandeciente.
Este proceso de observación, lo hace dialogar también con la propia historia del arte en nuestro país y continente. Poco tiempo después de la conquista, un grupo de artistas embarcados tanto en expediciones como por cuenta propia, se lanzaron a las Américas para descubrir lo salvaje de nuestra naturaleza, la inmensidad de nuestros bosques, la aridez de los desiertos, el exotismo amazónico. Allí, en estos mismos escenarios Nijensohn coloca su cámara y observa. Registra distintos matices del mismo paisaje: puestas de sol, luces, lluvias. El naufragio de los hombres fue filmada en el Salar de Oyuni, Bolivia; El éxodo de los olvidados en El Chaltén y Dread Forest Storm en Amazonia.
Cada una de estas tres piezas se exhibe de manera continúa, una detrás de la otra. El dispositivo para mostrarlas las coloca en una tendencia denominada Cine Expandido, un cine ambiental, ampliado, que rompe la convencionalidad de las imágenes. En este caso, se recurre a usar múltiples grupos de pantallas. En cada uno siempre se muestra la misma obra, pero desde distintos puntos de vista, ángulos y matices tonales. El espectador se encuentra literalmente envuelto en un friso continuo de pantallas montadas como si fueran un cuadro, lo que da un sentimiento de absoluta familiaridad con el dispositivo sin que por eso deje de ser novedoso.
La excelente colaboración del músico Edgardo Rudnitzky eleva la experiencia a otro nivel sensorial. La música está a favor de la poesía que emiten las imágenes, es un trabajo de perfecta sincronía que permite que uno pueda aún más sumergirse en la experiencia de ser un viajero, en el misticismo particular de estas locaciones, en la hermosa y a la vez aterradora idea de tener un encuentro cara a cara con la naturaleza.
por Cecilia Rubino
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