
Desde fines de los años noventa, la obra de Alicia Herrero indaga en la relación entre arte, economía y sociedad, a partir de la reinterpretación de elementos culturales y de las formas (gráficos, diagramas, entre otros) que construyen el lenguaje económico. En Algo(de)ritmos, instrumentos, mutaciones, su primera muestra individual en la galería Herlitzka+Faria, Herrero continúa esta línea de investigación, con el propósito de hacer visible y problematizar aspectos macroeconómicos que carecen de cuerpo y que influyen de manera directa en nuestro entorno.
En este proceso de visualización, la obra que sirve como punto de partida es Movimiento para deshechizar un paisaje (2020- 2022), una pintura en tonos grises de la que emergen círculos blancos conectados entre sí. A primera vista, la composición de esta pintura pareciera remitir a los mapas astronómicos, ya que las líneas curvas y los cambios de escala generan un movimiento sutil y una trama hipnótica, como si estuviéramos observando un cielo nocturno.

Sin embargo, la pintura no reproduce un paisaje natural, sino que grafica prácticas tecnocapitalistas extraídas del trabajo de investigación The Network of Global Corporate Control (2011), publicado por la revista Plos One. Así, la conexión entre círculos de diferentes tamaños equivale a la representación visual de estructuras jerárquicas empresariales, a la concentración de poder a nivel global y al control de los algoritmos informáticos en la vida cotidiana. Entonces, en una segunda aproximación, el encanto inicial de la obra resulta incómodo y dispara una sucesión de preguntas sobre las relaciones que rigen el mundo contemporáneo y que, en parte, pasan desapercibidas.
Como parte de este despertar, las obras siguientes plantean un desequilibrio de la rigurosidad algorítmica y jerárquica, a partir de la incorporación de elementos disruptivos. En primer lugar, este recurso se evidencia en el título de la muestra, en el que la irrupción de la preposición “de” incomoda el orden gramatical y, como si fuera un llamado a la acción, resignifica el término “algoritmo”. Por otro lado, las obras visualizan ese quiebre léxico al incorporar elementos de los Rotoreliefs (1935) de Marcel Duchamp, una serie de discos de cartón intervenidos con espirales y círculos de colores. De esta forma, el carácter musical de las tramas intensifica el ritmo de las obras, a la vez que el contraste cromático devora y subordina el patrón original.
En consecuencia, la pieza inicial se desvanece y las formas se vuelven dúctiles y múltiples, ya que además de ser permeables a la intervención, mutan en cuerpos orgánicos y nuevas materialidades. Algunas esculturas (Cotidianomia, Vanitas) irrumpen en el espacio sobre bases livianas y abiertas; otras, son parte de un proceso de simbiosis con las paredes blancas y remiten a formas naturales como flores (Mutaciones) y caracoles. Además, las dimensiones se amplían a través de juegos de sombras y pinturas en las paredes que proyectan las esculturas principales. Así, la arquitectura del espacio galerístico se transforma en un entorno vivo, que permite una aproximación sensible y un diálogo entre el cuerpo del espectador y el de la obra.


Por otro lado, en el último tramo de la sala, la alineación de las obras se inspira en las estanterías de la obra pictórica Los embajadores de Hans Holbein, en la que los objetos simbolizan cuestiones existenciales, como la finitud y el vacío. Así, Herrero retoma el género artístico vanitas e invita a pensar la acumulación y concentración de capital a escala mundial como acto fútil. A su vez, estas reflexiones se tensionan con otro sector, en el que los gráficos económicos se cruzan con objetos domésticos (platos, repasadores, teteras) que, con claro valor simbólico, evidencian la brecha de género y la desigualdad social. Al mostrar las dos caras de una misma moneda, Herrero humaniza los datos estadísticos y exhibe el desequilibrio del sistema económico.

De esta manera, al accionar sobre materiales y jugar con el lenguaje económico, Herrero revierte una relación de poder, en la que las variables macroeconómicas y tecnológicas rigen a los sujetos. En Algo(de)ritmos, instrumentos, mutaciones, la artista toma el control y las estructuras se convierten en cuerpos sensibles y cambiantes, que desafían los límites y el impacto de los datos estadísticos. La frialdad de las formas geométricas se desvanece en figuras orgánicas, que otorgan sensibilidad y desnaturalizan la mirada sobre aspectos políticos, económicos y culturales. Así, el arte emerge como herramienta de cambio, ya que tanto el pensamiento crítico como el proceso de visualización generan nuevas relaciones, hipótesis e interpretaciones sobre el mundo.
Información:
Con entrada gratuita, Algo(de)ritmos, instrumentos, mutaciones puede visitarse hasta el 24 de mayo en la galería Herlitzka+Faría (Libertad 1630, CABA). La galería abre al público de lunes a viernes, de 11.30 hs a 19 hs, con cita previa al correo info@herlitzkafaria.com.