Oscar Santillán habilita con su arte nuevos paradigmas
El artista ecuatoriano brindó una clase magistral en el marco de Presente Continuo —programa de la Fundación Bunge y Born y la Fundación Williams, con la participación de Fundación Andreani y el Centro Cultural de España en Buenos Aires—, en donde nos acercó a su propia forma de desafiar lo normativo, cuestionar y reconocer realidades diferentes a las hegemónicas.

“Mi intención es usar mi trabajo para plantear preguntas y especular” iniciaba Santillán su charla La Máquina Virtual Interespecies el miércoles 5 de junio en Fundación Andreani. Pero ¿sobre qué le interesa cuestionarse al creador y teórico? Sobre las tecnologías emergentes y ancestrales, sobre cómo se entiende lo universal y qué lo compone, sobre lo híbrido y las mezclas. Se ocupa, a través de sus obras, de penetrar en esos conceptos con la intención de aportar luz y construir puentes hacia lo que se ha dejado al margen. “Siento que hasta el más pequeño experimento que trate de establecer otro tipo de relaciones entre lo virtual y lo físico, entre la realidad planetaria y la realidad virtual no brindará otra cosa que perspectivas productivas” afirmaba el artista.

A través de un recorrido por sus principales trabajos fuimos descubriendo sus ideas y detectado los límites de la realidad que Santillán propone hackear. Su práctica emerge del concepto de Antimundo: una matriz cibernética donde exhibe su trabajo y genera imaginarios que trasgreden representaciones normativas y taxonómicas. Desde un enfoque transdisciplinario conjuga distintos campos científicos, cosmologías y perspectivas no humanas en pos de iluminar eso que la historia ninguneó o no comprendió.

En Solaris (2017), por ejemplo, a simple vista se aprecia una instalación con grandes fotografías de un desierto. Estas son acompañadas por las lentes de la cámara analógica utilizados para tomar las fotos. Unas que en una primera instancia parecerían imperfectas: movidas, borrosas o con la lente sucia. Mas al adentrarse en la obra en sí, un nuevo universo florece. Uno en donde en conjunto con diversos profesionales, Santillán logra una interfaz cognitiva para la reciprocidad interespecies. Para empezar, da lugar al reconocimiento que hacen las comunidades andinas de los seres tierra o tirakunas en quechua, para luego presentar las imágenes mentales de cómo el desierto se ve a sí mismo. ¿Cómo? Durante el proceso de producción, Oscar viajó tres veces al Desierto de Atacama —el más árido y viejo del mundo—. En uno de esos viajes se llevó con él kilos de arena, que sin purificar y luego de derretir, convirtió en vidrio. Este fue transformado por expertos en óptica en una serie de lentes para cámaras de fotos que más tarde regresaron al desierto para fotografiarlo/se.

Con Solaris, se vislumbran elementos propios y cotidianos de una comunidad andina, es decir algo que simplemente sucede, mientras pasa desapercibido para las culturas occidentales.
“La práctica artística, el hacer arte, no es la ejecución de una idea. No es un proceso de corte cartesiano donde primero se piensa, se imagina y por último se ejecuta. Hacer una obra es como abrir múltiples puertas e ir entendiendo dónde está la respuesta. ¿A qué pregunta? A esa que uno va elaborando a medida que deja la mente fluir y persigue sus curiosidades e impulsos. Así me pasó con esta obra en donde terminé encontrando el océano de la novela Solaris en el Desierto de Atacama de Chile”
Oscar Santillán

Lo híbrido dice presente en muchas de sus producciones. En pos de una realidad en donde todo puede convertirse en todo, se dedica a componer y descomponer. Su trabajo es en equipo, ya que constantemente realiza colaboraciones con científicos, antropólogos indígenas, escritores de ciencia ficción, biólogos, programadores y científicos. Tan distintos profesionales pueden participar de un mismo proyecto; así sucede en su último trabajo La Máquina Virtual Interespecies. En él se conjugan seres vivos naturales: una isla capaz de ejecutar sobre entes humanos y no humanos, memorias de humanos muertos e inteligencia artificial. Esta mezcla entonces habilita un nuevo sistema, que a su vez puede imaginar otros mundos u “otras realidades planetarias posibles —describe Santillán—. Mi idea es que la pieza funcione como un canal de conciencia post humano, ecológico y artificial.”
Vínculo entre arte y tecnología
Desde Presente Continuo la relación entre arte, ciencia y tecnología es la clave para entender hacia dónde va el mundo. “Es un programa que busca cruzar estos ámbitos porque de esa cruza creemos que se pueden generar momentos de profecía y revelación. Presente Continuo entonces no solo es un programa de formación artística, sino uno de formación de narrativas, y conceptos” detallaba Iván Petrella, director de cultura y ciencia de la Fundación Bunge y Born.
Para Santillán, el desarrollo de un arte que vincule justamente la creación artística y la tecnología es sumamente importante ya que le permite de esta forma participar de la complejidad y los conflictos del planeta. Le admite así mostrar paradigmas alternativos a los hegemónicos. A partir de su trabajo, se propone reconfigurar el imaginario y “dar lugar a posibles futuros pensados desde latinoamérica”, confía el artista.