

Luego de un proceso de reforma, el Centro Cultural Rojas —institución clave en la experimentación artística del país—, reinauguró sus dos salas de exposición de arte. Desde su dirección prometen experiencias renovadas.
Para empezar esta nueva era, las salas expositivas —ubicadas en Avenida Corrientes 2038 y 2040—, inauguraron el pasado 26 de mayo dos muestras: Lo mineral de Carlos Gómez Centurión y Coalescencia, que presenta el trabajo de los fotógrafos Johana Bock, Esteban Pastorino, Pablo Ziccarello, Paulo Fast y Lena Szankay. Ambas exposiciones —abiertas al público hasta el 30 de junio—, funcionan por separado, pero se relacionan entre sí más allá de lo percibido en una primera instancia.
Lo mineral: un viaje a la esencia de una percepción

El artista sanjuanino nos invita a sumergirnos en las montañas. Esas que rodean su casa-taller en su provincia natal y él retrata con ahínco. A través de atisbos e insinuaciones Gómez Centurión coloca al visitante frente a un paisaje que simula permanecer siempre igual, pero en realidad, se encuentra en constante cambio.
Organizado en tres series, las obras expuestas presentan montañas. Con trazos gruesos, desprolijos y hasta por momentos apurados, sin necesidad de entrar en una representación figurativa, el pintor permite “mirar de otro modo lo cercano”, concluye Roberto Amigo, curador de la exposición. ¿Cómo? Apelando a la experiencia como guía. Él crea como lo hacían esos primeros pintores impresionistas, viajando y pintando en la locación que quiere representar. Ocurre, por ejemplo en la serie 36 vistas del Cerro Blanco. En este caso, El Rojas expone 6 de estas piezas. Trabajos en que la omnipresencia de la montaña lo es todo. Ella con sus tonos tierra copa el espacio, el cielo, el viento. Con apenas dos capas de colores, el artista logra componer elementos naturales, estados de ánimo y paisajes. “El paisaje en Gómez Centurión no es simplemente un género pictórico: reúne el viaje, el espacio físico, la apropiación y la representación”, dicen las palabras de Amigo en el texto curatorial.

En las obras expuestas el artista no solo realiza una elección curiosa de materiales: betún de Judea para 36 vistas del Cerro Blanco y pigmentos, pátinas y minerales puros para El oro de América. Sino que es a través de ellos que invita a la reflexión. Una “sobre la degradación de la naturaleza provocada por el avance de las ciudades —confía su creador—, (y otra) sobre la codicia y las fuerzas que movilizan a las personas para conseguir riquezas y la posesión de cosas materiales.”

La exposición se completa con dos 2 obras más. Una en gran formato y tonos azules. En contraposición con las piezas anteriores, esta deja de lado lo inhóspito para abrir la puerta hacia una sensación de inmensidad. La última, es un trabajo audiovisual realizado en coautoría con Alberto Sánchez Maratta.
Coalescencia: 13 fotografías que narran microhistorias a la vez que pueden formar parte de un gran relato

En la segunda sala de este centro con 38 años de historia, se encuentra Coalescencia, muestra colectiva, curada por Ignacio Iasparra. Montada en 3 grupos estas imágenes juegan entre la representación figurativa de la realidad y la pérdida de un entorno reconocible.
En ellas, los artistas se apoyan en las distintas posibilidades de la fotografía para alcanzar diversas orillas creativas. “Los cinco autores abordan la temática del paisaje, desde el más simple registro o llevándolo hacia los extremos fantásticos del medio fotográfico. La experiencia de un espacio y como resultado la imagen donde lo ilusorio y lo real se funden” afirmó Iasparra el día de la inauguración rodeado de invitados del ámbito universitario y cultural.
Las fotos expuestas transmiten en sí mismas, a la vez que se relacionan con los trabajos exhibidos en su sala aledaña. Existe una conexión de colores y sensaciones con la muestra de Gómez Centurión. La tensión que surge de la composiciones de Paulo Fast; el movimiento sutil que transmite Esteban Pastorino; la contraposición de una imagen clara que goza, por momentos, de una falta de definición en las obras de Johana Bock; los mensajes escondidos en aparentes abstracciones de Pablo Ziccarello y lo calmo de las piezas de Lena Szankay generan intrínsecamente una sensación de continuidad en la experiencia del visitante.