Una gran exposición retrospectiva del trabajo del artista Christo y su esposa Jeanne-Claude en Fundacion PROA que se podrá ver desde el sábado 14 de mayo y hasta el 17 de julio, 2022.
Es la misma muestra armada para inaugurar el nuevo edificio del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) en Manantiales, Uruguay www.revistamagenta.com/christo-y-jeanne-claude-en-uruguay/
En esta oportunidad, se agregaron unas gigantografías con las obras instaladas, videos y los “Store front” o vidrieras donde el artista comienza a plasmar el concepto del arte accesible a todos los públicos “en contraposición con el arte de los museos” explica Vladimir -sobrino de Christo y curador de la exhibición.
Luego vendrían los primeros envoltorios. Se puede ver entonces, en la primer parte del recorrido, el paquete de yute etiquetado “PACCO” (1963), una época en la que el expresionismo abstracto estaba de moda.
Vladimir realizó la recorrida guiada de presentación matizada con las anécdotas del coleccionista Jorge Helft, amigo de ambos artistas.
“La obra es del pueblo, no de una persona”, explica Vladimir, “el paquete es anónimo – no tiene dueño, genera INTRIGA”. Es el concepto inicial de la obra de Christo. Su audacia, creatividad y constancia lo llevaron a la utilización del espacio público, empaquetando monumentos emblemáticos de diferentes ciudades llegando a intervenir grandes lagos, bosques y montañas con kilómetros de telas envolventes.
Para dar una idea de la dimensión de las obras, tomemos los datos precisos declarados por el coleccionista Jorge Helft: “La obra “The Gates” (las puertas) en el Central Park, demoró 20 años en su realización -una instalación de 7.503 portales de cinco metros de alto de tela color azafrán con estructuras metálicas sobre 37 km de caminos en el emblemático parque neoyorquino- a los pocos días no quedaba ni el mínimo rastro de lo que había habido.
Para Christo y su esposa Jeanne-Claude la obra comenzaba con los primeros dibujos, la gestión y la financiación hasta su realización, aunque la exposición solo durara unos días, o como en el caso del proyecto en Rifle, Colorado que permaneció tan solo 28 horas.
El recorrido se ameniza con los videos que documentan detalles del montaje y exhibición.
Una de los últimos proyectos realizados postmortem fue el empaquetamiento del Arco del Triunfo en París llevado a cabo luego del fallecimiento de Christo el 31 de mayo de 2020 por la pandemia.
“Un artista fuera del sistema”, finaliza diciendo Jorge Helf mientras muestra la impresión de la mano de Christo, una serie inconclusa de 9 obras sobre papel de 31x 24 cm realizada en la etapa final de su enfermedad.
Vida y obra
Christo Vladimirov Javacheff, conocido como Christo, nació el 13 de junio de 1935 en Bulgaria. El mismo día que la que sería su mujer y socia en el mundo del arte: Jeanne-Claude Denat de Guillebon.
Desde pequeño, Christo dio señales de su gran capacidad creativa. El ser aceptado en la Academia de Bellas Artes de Sofía significó muchísimo en su carrera. Usó todos los recursos que tenía para lograr lo que pensaba que sería la experiencia que le cambiaría la vida. Pero, su renacimiento comenzó en Praga, donde finalmente se sintió libre para dibujar.
“Siento que he renacido…, las últimas dos semanas he sido inusualmente feliz y he pasado por tantas cosas distintas para dibujar. […] Cosas increíbles han sucedido. Nunca he hablado tan abiertamente. […] El arte es descubrimiento, innovación, una misión profunda para encontrar la expresión más nueva y contemporánea… El arte es, más que cualquier otra cosa en la vida, belleza. El arte crea lo que nadie ha visto antes… Ser un descubridor requiere más que leer libros: uno tiene que sentir el pulso del tiempo.”
Cuando comenzó la Revolución Húngara, Praga ya no era un lugar seguro para vivir. Un viaje largo y agotador lo llevó primero a Viena en enero de 1957, después a Ginebra, en octubre, y finalmente el 1 de marzo de 1958 llegó a París, donde quedó extasiado por el aura artística de la ciudad. Los siete años que pasó en París entre 1958 y 1964 fueron primordiales para su carrera artística. En este breve pero extremadamente intenso período, libre de preceptos impuestos y tabúes, se conectó con el avant-garde francés e internacional e hizo amistad con los artistas portugueses René Bertholo y Lourdes Castro y con el círculo KWY; frecuentando a los Nuevos Realistas y recibiendo inspiración de la escena de arte progresivo, finalmente pudo expresarse libremente.
La apropiación y manipulación de los objetos de la vida diaria se convirtió pronto en su principal interés, al punto de ser una obsesión. Su enfoque era absolutamente radical. Estaba más preocupado por la textura y la forma que por el contenido. Si bien estaban escondidos en el envoltorio, como si estuvieran protegidos por una segunda piel, estos objetos eran reinstalados, como suspendidos de sus deberes sin evitar el statu quo previo a la acción artística, guiado a un estado de transición nómade, que se convertiría en la quintaesencia de sus proyectos a gran escala.
Esos primeros proyectos fueron el resultado de experimentos artísticos instintivos que no requerían ningún tipo de planificación o preparación. Christo se enfrentaba directamente con el objeto. Este enfoque era muy directo y físico y no había bosquejos o maquetas. La dirección a la que le llevaba el proceso creativo ya era clara y a pesar de que su vocabulario visual y formal ya estaban ubicados, su trabajo comenzó a evolucionar. Los trabajos aumentaron en tamaño, se hicieron más complejos, y tomaron una relación más cercana con el espacio. El punto de 27 inflexión fue en 1964, después que él y Jeanne-Claude se mudaron a Nueva York. El espacio y la arquitectura jugaron un papel cada vez más predominante en el trabajo de Christo, al punto de que su propio enfoque de la práctica artística cambió. “En la Academia de Bellas Artes estudié arquitectura y me gustaba esa disciplina. Creo que se nota en mi trabajo. Ahora, con más de 80 años de edad, observo nuestro trabajo con Jeanne-Claude y veo que la arquitectura estuvo muy presente. Me hizo verlo de manera diferente a la pintura o la escultura”.
Los objetos temporales ubicados en contextos urbanos o naturales requerían mucha preparación y un enfoque técnico mayor, menos visceral que las primeras experiencias de envoltorios o pinturas. Christo se reencontró con el medio favorito de su juventud: el dibujo.
El dibujo comenzó a jugar un papel predominante en la génesis y la comprensión final de sus proyectos monumentales. “El dibujo es muy importante. Me da energía”, solía decir. En el nido de la privacidad de su estudio, pasaba horas interminables trabajando solo, sin asistentes. Las manos tocando el papel, el sonido del grafito formando una sinfonía de líneas, amplificado por un silencio sólido, ocasionalmente interrumpido por los sonidos del viejo edificio de la calle Howard estirando sus huesos. En el dibujo, que practicó con felicidad y sin pausa hasta su muerte, mostró la misma libertad y el mismo cuidado que en los proyectos titánicos. “Los trabajos en papel pueden ser una combinación de fotografías, fragmentos de otros proyectos, información técnica… […] los dibujos reflejan la evolución del proyecto. No salen de mis pensamientos ‘totalmente equipados’”. Manejando con pericia las reglas del arte académico, las doblegó para crear collages altamente inventivos en los que los materiales tradicionales (lápiz, carbón, pastel) se unían naturalmente a los no ortodoxos (pintura industrial, plástico, tela, piolín, cinta de enmascarar…) como si fueran un concierto de voces perfectamente desentonadas.
De los bosquejos iniciales “esqueléticos y problemáticos” a los trabajos finales híper detallados y ultra descriptivos, todos los dibujos o “trabajos en preparación”, como Christo los definía, son parte de lo que él llamaba “proceso de crecimiento”. Este complejo y a menudo prolongado —muchas veces, muy prolongado— proceso de crecimiento consistía en negociaciones con funcionarios administrativos y de gobierno, para obtener los permisos, conversaciones con residentes y asociaciones locales para calmar temores y objeciones, y consultas con ingenieros y artesanos para tratar el desarrollo técnico y la implementación del proyecto. Esto le permitía ajustar y definir sus ideas, lo que influía en sus dibujos y a su vez tomaba un impacto poderoso en el concepto del proyecto.
Al trabajar simultáneamente en varios proyectos diferentes, y al estar constantemente yendo entre los dibujos y los collages, de una serie a la otra, mejoraba y refinaba su visión. El trabajo preparatorio final predecía con tanta exactitud el proyecto realizado que parecía ser un espejo en estado definido. Como paso a la realidad, los dibujos se convirtieron en la historia y archivo de cada proyecto. Es con el dibujo que comienza el viaje.
La fotografía jugó un papel prominente en los trabajos preparatorios. (…) Pintadas encima, en collage o recortadas, le ayudaban a mejorar su visión y a integrarlas a bosquejos preliminares en pequeña escala, y además los convertían en dibujos finales de cada proyecto.
Describiendo a menudo su trabajo como “el trabajo de un arquitecto”, Christo incorporaba en sus dibujos y collages referencias 30 descriptivas junto con detalles técnicos meticulosos, como mapas o planos y datos que invitaban a quien lo mirara a literalmente “leerlos”.
Cada vez que Christo y Jeanne-Claude comenzaban a trabajar en un proyecto, comenzaban de nuevo, listos para descubrir en qué se convertiría y cómo evolucionaría.
FUNDACION PROA
Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca, CABA
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