“En el verbo del silencio, la síntesis del grito”

La exposición que se presenta en el Centro Cultural Banco do Brasil de Rio de Janeiro reúne cerca de 266 fotografías, del consagrado artista carioca Walter Firmo producidas desde el inicio de su carrera como fotógrafo en los años 1950 hasta 2021. Las imágenes retratan la población y la cultura negra de diversas regiones del país, revelando ritos, fiestas populares y religiosas, personajes y escenas cotidianas.
“Hoy este país es una fragua fotográfica, nacida generosamente del gesto benévolo de la luz tropical, impermeabilizando a nuestra gente y revelando quimeras oníricas, telúricas. Y, si ese estallido de luz impregna sombras translúcidas -en otro código-, revela, con toda claridad, una nueva relación entre el hombre y el tiempo. Exuberante, afrodisíaco, el color brasileño transacciona su sensualidad como un libertino, expulsando destellos descaradamente lascivos, vitrificando tonalidades en los canteros de las cinco regiones.”
Walter Firmo
“Walter Firmo incorporó a su práctica fotográfica la noción de síntesis narrativa de una sola imagen, elaborada a partir de imágenes construidas, dirigidas y, muchas veces, incluso escenificadas (…) incorporando en su obra nuevos procedimientos creativos, específicos y conceptuales, de valoración y exaltación del objeto y tema de mayor interés en su trayectoria artística: la representación y visibilidad de la población negra del país.”
Sergio Burgi, curador
Firmo es responsable de registros icónicos de grandes nombres de la música popular brasileña, de los cantantes de bossa nova, de actores y actrices, pero también de seres anónimos que llaman la atención de la lente, ya sea por la actitud física de la persona a ser retratada o por el contraste cromático entre su vestimenta y el fondo. La muestra cuenta con la curaduría de Sergio Burgi y Janaína Damaceno.
Nacido y criado en el suburbio carioca, hijo único de paraenses -su padre, de familia negra y ribereña del bajo Amazonas; su madre, de familia blanca portuguesa, nacida en Belén do Pará-, Walter Firmo (85 años) construyó, desde su infancia y adolescencia, la poética de su mirada vuelta hacia la elaboración de un registro amplio y generoso de la población negra de Rio de Janeiro y de todo Brasil, en sus vidas cotidianas, sus afectos, su religiosidad y sus fiestas.
Su trayectoria visual encuentra su origen en la Zona Norte de Rio de Janeiro, su lugar de origen y lugar de una sociabilidad privilegiada dentro de la comunidad negra, especialmente a través de la samba y del Carnaval, y de las religiones traídas por los esclavos negros desde África, con énfasis en el Candomblé y el Umbanda. En los suburbios de Rio de Janeiro se creó otra Pequeña África, así como las tantas que Walter Firmo encontró en sus viajes por el mundo. A lo largo de su trayectoria, fotografió desde la región del Amazonas hasta los ritos y festividades populares del Nordeste, buscando ancestralidades, construyendo retratos, encuadrando paisajes, revelando lo cotidiano. Llegó, incluso, a trabajar en Cuba, Jamaica y Cabo Verde.
“Terminé colocando a los negros en una actitud de referencia en mi trabajo, fotografiando músicos, operarios, fiestas folclóricas, en fin, toda la gente (…) De colocarlos como honrados tótems, como hombres que trabajan, que existen. Ellos ayudaron a construir este país”.
Walter Firmo
En la exposición del CCBB, Firmo muestra sus imágenes de una cromaticidad poderosa, así como también, sus últimos trabajos en blanco y negro, en su mayoría inéditos, mostrados por primera vez en la presente exhibición.
No solamente se pueden apreciar sus copias sobre papel, colgadas en los muros, sino también, las diapositivas y los cromos originales son accesibles a la mirada del público, gracias a las “mesas de luz” diseñadas específicamente para este fin.
La muestra se dividió en siete núcleos temáticos. Estos núcleos navegan por la trayectoria del célebre fotógrafo desde la década de 1950, con registros del carnaval, de las periferias brasileñas y de los quilombos, todos estos temas volcados hacia el fotoperiodismo.
A lo largo de la muestra, el estilo fotográfico también va cambiando, pasando de apostar en la fotografía como escenificación y teatralidad, en diálogo con la pintura y el cine, hasta las cubiertas de discos de vinilo de Doña Ivone Lara, Cartola, Clementina de Jesús, Paulinho da Viola, Gilberto Gil, Maria Bethânia, Caetano Veloso, Milton Nascimento, Djavan y Chico Buarque. Todos ellos constituyen “íconos del pueblo”.
La noción de ícono proviene del terreno religioso, son imágenes de adoración que, como destaca Nicole Fleetwood, no son “apenas una representación de lo sagrado, sino ellas mismas un modo de oración”. No es por nada que Firmo define el color de su obra en términos de amorosidad, volcada directamente hacia el pueblo negro.
Sus imágenes magnetizan la mirada del público en un paseo de colores, ángulos y contrastes de luz y sombra que hacen que el espectador se reconozca en esa poesía de lo cotidiano, construida por el artista, desde el fotoperiodismo hasta las fiestas folclóricas tradicionales. El género documental tampoco escapa a las intenciones estilísticas del autor.
Al final de la muestra, el público puede asistir al cortometraje “Pequeña África” (2002), de Zózimo Bulbul, en el que Walter Firmo fue director de fotografía. La obra cuenta la historia de la zona portuaria de Rio de Janeiro, que recibió millones de africanos esclavizados.
Firmo construyó muchas de sus imágenes organizando y yuxtaponiendo, a cielo abierto o en espacios interiores, personajes, fondos y objetos. Sus imágenes realzan la cualidad de los elementos pictóricos dentro del campo de la imagen, organizados por el autor y cuidadosamente dispuestos en torno a una narrativa teatralizada y preconcebida. En cada fotografía, Firmo invita al espectador a reflexionar sobre el propio acto de fotografiar, consciente de que “el poder de la mirada debe influir en las personas porque el acto de fotografiar tiene que ser político, y no un mero acaso instantáneo”. (Walter Firmo)
Para ello se inspiró, hacia mediados de los años 1960, en los trabajos del fotógrafo canadiense Jeff Wall, tomando como referencia directa pinturas de Alberto da Veiga Guignard y Heitor dos Prazeres. Los retratos de sus padres, acompañados por los nietos, están basados en los cuadros “Família do fuzileiro naval” (1935) y “Os noivos” (1937), de Alberto da Veiga Guignard, mientras que de Heitor dos Prazeres tomó ese estilo naïf y muy colorido de las festividades características de la población afrobrasileña en las diferentes regiones de Brasil.
Su informe titulado “Cien días en la Amazonia de nadie”, publicado en el Jornal do Brasil con fotos y textos suyos, ganó el premio Esso al Mejor Reportaje, en 1963. A partir de allí se lo conoce como el “maestro del color”.
Algunas de las fotos del saxofonista de samba, Pixinguinha, que muestran al músico con su saxofón en la mano, sentado en una mecedora debajo de un árbol de mango, fueron creadas para la revista Manchete, en 1967. Para lograr estas poses, Firmo recuerda que vio el quintal y el árbol florido, y pidió a Pixinguinha llevar la mecedora debajo del árbol y posar con su instrumento de viento en la mano y la mirada perdida hacia un fuera de cuadro. Firmo tomó 36 poses de su modelo abarcando un ángulo completo de 360 grados. Esta seriada de retratos lo confirmó como uno de los mejores fotoperiodistas su país.

Los viajes por Brasil rindieron bellas imágenes de fiestas populares. Él eternizó en colores vívidos la Cabalgata de Pirenópolis en Goiás, de 1986. La Cabalgata fue incorporada al folclore de Pirenópolis a partir del norte de Portugal, donde decidieron instituirla como fiesta, a modo de partida de ajedrez a escala humana.
Es un gran campo de batalla donde luchan 12 caballeros cristianos a caballo, vestidos de azul, el color de la cristiandad, contra 12 caballeros moros vestidos de rojo. Esta partida de ajedrez con jinetes – piezas, remite a la Historia de Carlomagno y su lucha contra los ejércitos moriscos. Sin embargo, en la foto de Walter Firmo, titulada “Cabalgata, Pirenópolis/GO, 1986”, no aparece ningún hombre a caballo, sino el muro de una casa en un azul profundo, y en una de las diagonales de la imagen, arriba a la izquierda una ventana abierta que sólo deja ver el vacío negro de un cuarto oscuro, mientras que abajo a la derecha, ocupando un cuarto de la imagen completa, hay una pareja afrobrasileña utilizando máscaras negras, lo que contrasta fuertemente con el color azul del muro -que quizá aluda igualmente al color de la cristiandad. Esta pareja enmascarada forma parte de la fiesta, y representa al pueblo afrobrasileño.
Otro ejemplo en el que la población negra aparece representada en una festividad tradicional es “Cachoeira, Bahía, 2000”, imagen que hace referencia a la fiesta de São João Cachoeira en el Estado de Bahía. Esta festividad constituye una de las más tradicionales fiestas populares del Nordeste Brasileño. El evento se realiza en honor a San Juan Bautista, quien nació en el mes de junio, y forma una tríada junto con la fiesta de San Antônio de Lisboa y con la fiesta de San Pedro.
El origen de estas festividades se remonta a un tiempo muy antiguo, anterior al surgimiento de la era cristiana. El mes de junio era tiempo del solsticio de verano, cuando diversos pueblos antiguos del hemisferio norte realizaban rituales de evocación a la fertilidad, para promover el crecimiento de los cultivos y para invocar la llegada de las lluvias.
Actualmente, las fiestas “juninas” se celebran con hogueras, espectáculos pirotécnicos, comidas típicas, casamientos y danzas, y se asemejan a las fiestas paganas del pasado greco-romano, más tarde adoptadas por la Iglesia Católica.

En la foto de Walter Firmo, la ventana de una casa deja ver su fondo negro y, al mismo tiempo funciona de marco para un joven negro que observa hacia cámara. La ventana ocupa apenas la tercera parte del muro de un color rojo muy saturado y el joven ocupa una pequeña porción del vano de la ventana.
En primer lugar, Firmo utiliza los marcos de puertas y ventanas como un encuadre dentro de otro. Mientras que el color rojo remite al poder, la sangre, la pasión, el coraje y el fuego, puesto que el niño negro es el rey en su casa y en su comunidad.
Algo similar ocurre en la obra “Fiesta Bumba Meu Boi, São Luís, Maranhão, 1994”. La fotografía retrata, en primer plano, a dos mujeres negras, la abuela y su nieta, con disfraces para la fiesta Bumba Meu Boi, en São Luís do Maranhão, enmarcadas por un cielo azul intenso, sin nubes.
La abuela y la nieta en tres cuartos de perfil, altivas, participan de este jolgorio popular que continúa desde el siglo XVIII hasta hoy día. Nótese que la abuela está un poco más adelante, a la izquierda; la nieta, justo detrás, ambas con miradas expresivas y una leve sonrisa en los labios.
Ambas poseen caras redondas, narices anchas y labios gruesos. Llevan coronas de papel plastificado rojo de las que cuelgan sobre sus hombros largos hilos de rafia blanca y plateada. La luz del sol incide sobre los rostros de las dos retratadas y sobre sus grandes coronas rojas.
Bumba meu boi cuenta la historia de Pai Francisco, un hombre esclavizado que, para satisfacer el antojo de su esposa embarazada por comer una lengua de buey, mata al buey mascota del dueño de la finca. El cuento concluye con el buey volviendo a la vida y la comunidad celebrando. Ya habíamos dicho que el rojo es el color del poder, y vinculado con una corona, denota aún más la fuerza espiritual de la población negra.
Algunas series o dípticos tocan el mismo tema de tal forma de complementarse unos con otros. Esta vez ya no en un contexto rural sino en un contexto urbano. “Funcionario del Hotel Nacional. Rio de Janeiro, RJ, 1972” es la foto de un botones de hotel, reflejado en un espejo redondo -que funciona como segundo marco-, y en el fondo de este reflejo, un cuadro de un niño arlequín con un potro gris. La piel del arlequín es blanca y sus cabellos, rubios, pero su potro es gris con detalles blancos, los mismos tonos del uniforme del joven botones afrobrasileño. Al poder apreciarse únicamente su imagen reflejada en el espejo, su existencia se vuelve virtual. De algún modo es una denuncia contra un esclavismo que se siguió extendiendo durante la edad contemporánea.

En “Funcionarios de la casa de Lily Marinho, Rio de Janeiro, RJ, 1976” ocurre casi lo opuesto. En la mitad derecha del cuadro hay dos sirvientes de raza negra, llevando el té en una bandeja. En el tercio izquierdo, en último plano, se encuentra un retrato de la dueña de casa, Lily Marinho, con vestido de fiesta, adorno de plumas en la cabeza, collar de perlas y maquillaje en el rostro. Sin embargo, el retrato de la patrona se encuentra ligeramente desenfocado respecto a la imagen de los dos sirvientes, lo cual le resta presencia, entidad e importancia a la figura de la retratada.
A finales de los años 1990 e inicios de los años 2000, Walter Firmo produjo imágenes en blanco y negro en la playa de Piatã, en Salvador de Bahía. Esta serie es exhibida por primera vez en un museo. El balneario se transforma en reducto de descanso de la población negra en la capital bahiana. Firmo fotografía, en formato cuadrado 6 x 6 cm, escenas del diario vivir en ese espacio, ocupado por familias, parejas, jóvenes y niños, todos en el puro disfrute de un espacio público aparentemente desprovisto de elementos y signos que caractericen el racismo estructural vigente en Brasil.
Por último, dos fotografías en blanco y negro que ejemplifican muy bien el uso que Firmo hace del claroscuro, las sombras y el contraluz.

En “Missa do Vaqueiro, Serrita, PE, 2010”, se hace referencia a un tradicional evento religioso católico que se realiza al aire libre, en favor del alma de Raimundo Jaco, donde se reúnen vaqueros del nordeste de varias ciudades en el Parque Nacional Vaqueiro, sitio de Lages, zona rural de Serrita.
Esta celebración se originó a partir de la conmoción causada por el impune asesinato del vaquero Raimundo Jacó, hallado muerto en julio de 1954 en el sitio de Lages, donde hoy se ubica el Parque Nacional Vaqueiro. Este evento se realiza hasta el día de hoy, en el mismo lugar. Además de la ceremonia religiosa, hay vaqueada, cabalgatas, monta de toros, feria artesanal, espectáculo de forró y exposiciones.
En la foto de Walter Firmo podemos ver un contrapicado de un vaquero montando a caballo. Sus ropas y el caballo son de color negro, contrastando con un cielo totalmente blanco y un paisaje arbolado retratado en la gama de los grises. Lo interesante de esta obra es que el vaquero aparece con la cabeza gacha, lo cual da la impresión de no tener cabeza, como si remitiese al célebre mito del “Jinete sin Cabeza”.
“Contrabajista, Trinidad, Cuba, 2005” es una imagen en blanco y negro donde un contrabajista se encuentra tocando su instrumento en la vereda. La luz solar produce una sombra sobre el muro, pero la misma figura se encuentra a contraluz, con lo cual el fotógrafo logró dar el efecto de una especie de sombra doble reflejada sobre un muro blanco.
Biografía de Walter Firmo:
Nacido en 1937 en Rio de Janiero, Walter Firmo soñada desde pequeño con fotografiar. Ingresó en el fotoperiodismo en 1955, como aprendiz, en el diario Última Hora, y no paró más. Trabajó en diversos diarios y revistas y construyó una carrera larga, reconocida por premios. Uno de ellos fue Esso al Mejor Reportaje, 1963, conquistado por “Cien días en la Amazônia de nadie”, materia publicada en el Jornal do Brasil con fotos y texto suyos.
Llamado de “maestro del color, Firmo es autor de retratos memorables de íconos de la música brasileña como Pixinguinha, Dona Ivone Lara, Cartola. Otra vertiente bastante conocida de su trabajo son las imágenes de fiestas populares registradas por todo Brasil, del carnaval de Rio de Janeiro a Bumba Meu Boi en Maranhão. Ahora a los 85 años, Firmo continúa con la misma energía que alimentaba los sueños de aquel niño del suburbio. A finales de 2018 pasó un mes en París ejercitando la fotografía en negro y blanco, un desafío que el maestro del color sustenta hasta no haber dominado totalmente.
“El lenguaje del negro y blanco es una cosa, el del color es enteramente diferente. Cada uno tiene su doctrina particular, y el negro y blanco es mucho más difícil. El color es la banda de música, una `zoadeira´. El blanco y negro es una sutileza más de los sentidos”, compara él, que no da cualquier indicio de retirarse de la profesión.
Walter Firmo. “En el verbo del silencio, la síntesis del grito” – Centro Cultural Banco do Brasil, Rio de Janeiro – Hasta el 27 de marzo