LA CIUDAD ITALIANA DE PALERMO, ALBERGA LA EXPOSICIÓN CON MÁS DE 50 ARTISTAS Y COLECTIVOS
por Ana Laura Espósito especial para Revista Magenta
Un cúmulo blanco de casi tres metros de altura domina la sala central de una residencia neogótica a orillas del Mar Mediterráneo. A través de dos grandes ventanas laterales de arco ojival se filtra una luz clara y diáfana dando testimonio de un día de sol pleno. Los espectadores la observan. Algunos se acercan. Otros, una vez llegados al pie de esta gran montaña se inclinan y en un gesto casi ritual toman una cantidad discreta de esta sustancia cristalina. El epígrafe, ubicado a pocos metros de distancia, sugiere: “Se invita a los visitantes a llevar un puñado de sal y diluirla en agua para disipar el sufrimiento pasado”. Se trata de la obra The Soul of Salt (2016), una video instalación de la artista y activista holandesa Patricia Kaersenhout (Den Helder, 1966) inspirada en la tradición oral de los esclavos según la cual, evitando el consumo de este preciado alimento, adquirirían una ligereza tal que les permitiría elevarse en el aire para retornar al África.
Junto a otros cincuenta artistas la pieza de Kaersenhout abre las puertas hacia una reflexión compleja y de absoluta actualidad enunciada en el título de la bienal nómade europea Manifesta 12: “El jardín planetario. Cultivar la coexistencia”. Inaugurada pocos días atrás y abierta hasta el 4 de noviembre en la ciudad italiana de Palermo, la exposición propone subrayar la naturaleza plural y multiétnica de la sociedad frente a los fenómenos de xenofobia y nacionalismo que hoy ganan terreno. Nacida tras la caída del muro de Berlín con el objeto de investigar la escena artística emergente en Europa y debatir las temáticas más acuciantes de la contemporaneidad, Manifesta selecciona para cada edición una ciudad distinta en profunda relación con el proyecto curatorial.
Con perspectivas múltiples y una gran variedad de medios expresivos (aunque con presencia mayoritaria de instalación, video y performance) la bienal se disemina en diversos espacios no tradicionales contribuyendo a perfilar el eclecticismo cultural y arquitectónico de la capital de la región siciliana. Sobre la ruina de antiguas mezquitas se erigen las iglesias de hoy que testimonian la centralidad de Palermo como encrucijada cultural desde su fundación en el VI siglo a.C. hasta nuestros días. Griegos, árabes y normandos han forjado un territorio que representa la puerta de acceso a los grandes flujos migratorios que, escapando de guerras y carestías, llegan al viejo continente con una luz de esperanza.
La multiplicidad de tradiciones sedimentadas en años de civilización encuentra eco en el mosaico de la artista Maria Thereza Alves (San Pablo, 1961) titulado Una propuesta de sincretismo (esta vez sin genocidio) (2016). Creado a partir de pequeños fragmentos de cerámica que provienen del mercado municipal, puede reconocerse en sus diseños el origen de especies y tradiciones oriundas de países lejanos subrayando la naturaleza polifónica de Palermo. Si por una parte en Alves se vislumbra la lógica del objet trouvé y una raíz anclada en la tradición del arte urbana, en la artista italiana Marinella Senatore (Cava dé Tirreni, 1977) la fuerza de la acción irrumpe para dar vida a las calles del centro histórico con la performance Palermo Procession (2018). Teatro, danza, música y acrobacia se inspiran en rituales religiosos y civiles palermitanos recalcando la necesidad de la acción colectiva y de una ciudadanía participativa.
El Jardín Botánico, sede en particular consonancia con la idea curatorial de la manifestación, alberga en su mayoría instalaciones en perfecta armonía con el exuberante entorno vegetal. A Sicilian Expedition (2018), de Alberto Baraya (Bogotá, 1968), consiste en una serie de collages compuestos por fotografías, objetos y dibujos a partir de los cuales el artista propone la propia colección de hierbas y plantas artificiales de Sicilia en clave simbólica. Más allá de la particular maestría con la que han sido dispuestas cada una de las obras que componen la serie –un invernadero que hospeda democráticamente obra y flora– el aspecto más relevante que plantea Baraya se encuentra precisamente en el relevamiento de metodologías científicas para extrapolar la autoridad de ese universo en el mundo del arte. Las relaciones de saber-poder que circulan alrededor de los diversos registros discursivos se enfatizan mediante la ironía y la parodia.
Por último, una extensa lista de eventos colaterales permite descubrir edificios particularmente connotados por su historia y sus protagonistas. Entre los recovecos de una fastuosidad en decadencia, el Grand Hotel et Des Palmes se convierte en sede de la muestra colectiva Raymond –homenaje al escritor francés Raymond Roussel (quien se suicida en la habitación 225)– con un itinerario enigmático casi exclusivo para connoisseurs. Siguiendo el contorno marítimo de la ciudad en dirección Norte, la pequeña localidad de Mondello hospeda en los jardines del Palace Hotel una instalación de particular impacto visual y semántico.
Se trata de la obra Mi Casa Tu Casa (2018) de Daniel González (Buenos Aires, 1963). Esta “arquitectura efímera”, así definida por el artista de acuerdo a la capacidad de cambiar el significado de un lugar en forma transitoria, es producto de un ensamble de elementos: un diván, vajilla dispersa, una radio que emite el sonido de una frecuencia vaga, objetos de la vida cotidiana que pertenecen al ámbito más íntimo del ser humano, precisamente: Mi Casa Tu Casa. Una esfera que deviene imprecisa para quien en condiciones de mayor o menor precariedad, migra. A esta serie de trabajos pertenece también Mi Casa Tu Casa: WhatsApp Argentina que se presentará a partir de noviembre próximo en el Museo MAR de Mar del Plata.
Los flujos migratorios que delinean la actualidad no solamente de Europa y Estados Unidos plantean la necesidad de repensar la humanidad y la posibilidad de concebir una convivencia igualitaria y pacífica. Este es uno de los ejes centrales que explora Manifesta. Dispersa en una decena de sedes y con un nutrido programa de workshops, la exposición confirma su inclinación programática a la investigación y su atención a las problemáticas políticas y sociales más urgentes subrayando la vocación visionaria del arte y su capacidad de repensar la contemporaneidad desde la experiencia estética.