
“5 sec. timer self” es una serie de autorretratos en cinco segundos, realizados por la artista visual y performer argentina Paula Herrera Nóbile. Las fotografías indagan en las múltiples posibilidades de ser y de construir la propia imagen, a partir de la simulación del anonimato y de la acentuación en el cuerpo y en la puesta en escena, como medios canalizadores de las emociones internas.
En la era digital actual, la aproximación a la propia imagen suele vincularse al concepto de selfie. Sin embargo, este modo de representación masivo tiende a la banalización y a la explotación del cuerpo: vernos a través de determinados filtros y encuadres, nos convierte en sujetos limitados, bajo dominio de aplicaciones automatizadas que generan representaciones “ideales”. Así, se estandarizan poses y sonrisas, que plastifican a los sujetos y evitan la individualidad. La proliferación y la sobrecarga de imágenes generan el efecto de multitud que, de forma paradójica, invisibiliza a los sujetos.
Por el contrario, el autorretrato fotográfico como práctica artística, consciente e introspectiva, permite construir e indagar en la propia subjetividad. El autorretrato femenino, a su vez, permite correrse del lugar histórico del objeto y tener control sobre la propia imagen. De esta forma, se desarrolla una mirada interior profunda y se inicia un proceso de autorreflexión, en el que el sujeto devela elementos de su individualidad, a partir del vínculo especular con la cámara fotográfica.
De manera convencional, el autorretrato implica la presencia del cuerpo en escena y tiene principal énfasis en el rostro. Sin embargo, el arte contemporáneo quiebra estos requisitos y ofrece otras formas de autorepresentarse. En las fotografías de Nóbile, su rostro permanece oculto y, en esta ausencia, involucra la presencia fragmentada de su cuerpo, que le permite expresarse a través del vínculo directo con el espacio y los objetos.

El título de la serie se refiere al temporizador de la cámara que, si bien remarca el presente de la toma, también anticipa un trayecto y cambio de perspectiva. El traslado de un lado al otro de la cámara otorga distanciamiento y, además, amplía las posibilidades expresivas y evocativas de la autorepresentación.
Así, la intervención en la puesta en escena visibiliza características humanas que suelen negarse, porque se alejan de los ideales sociales del mundo contemporáneo. Las alegrías y triunfos se comparten, mientras que las emociones que causan dolor o tristeza se esconden en silencio: la soledad al transitar algunos estados martiriza a los sujetos, los convierte en seres incomprendidos o trastornados. Por lo tanto, hacer público esos modos de sentir también replica las emociones en otro, que a partir de su experiencia personal puede traducirlas y sentirlas.
Los estándares imposibles en torno a la perfección, la satisfacción personal y el imperativo de la felicidad, ocultan las emociones puras y reales, relacionadas con el caos, el error, las inseguridades, la enfermedad y el deseo. El cuerpo se convierte en un contenedor de emociones inconscientes, en el reservorio de una segunda voz poética que aguarda trascenderlo.
En la serie, Nóbile se envuelve en una performance en la que aparece, se distancia o se fusiona con objetos de uso cotidiano y con la naturaleza, para indagar en otras versiones de sí misma y en todo lo que nos atraviesa cuando estamos en silencio. Los objetos desafían su funcionalidad, la naturaleza se resignifica y el cuerpo se representa imperfecto. En conjunto, reconstruyen imágenes mentales literales a partir de diferentes estados: saltar por la ventana ante la desesperación o el trágame tierra ante la vergüenza. La calma, la destrucción, la locura y el erotismo se manifiestan a través de gestos, ausencias, sustancias, paisajes, tazas quebradas y flores vivas.

Así, la negación del rostro puede equipararse al uso de una máscara expresiva, que permite simular anonimato y despegarse de la autoconsciencia exagerada, del dominio de la razón. Este acto corre el velo y permite acceder a la esencia inconsciente del sujeto. Sus emociones desconocidas se materializan en imágenes poéticas y, en el proceso de búsqueda, cada nueva captura brinda posibilidades infinitas.