Con curaduría de Rodrigo Alonso, Fundación Proa presenta la exhibición Arte en juego. Una aproximación lúdica al arte argentino, que reúne obras de artistas de diferentes generaciones en las que los juguetes, juegos, deportes y propuestas participativas se transforman en recursos creativos y elementos de reflexión. A través de soportes variados, como pintura, escultura, instalación, fotografía, video, objetos y arte interactivo, los artistas utilizan el elemento lúdico para profundizar en la experimentación del arte y en el valor cultural del juego.
Al recorrer las salas, la forma de aproximarse a las obras varía ya que éstas, además de placer estético, despiertan la memoria emotiva del espectador. En la muestra, confluyen juegos y espacios icónicos de diferentes épocas que no solo apelan a la memoria colectiva, sino que permiten rememorar vivencias personales e intransferibles. Esta experiencia se intensifica a través de referencias sonoras, como la música circense, el xilofón y los juguetes a cuerda.
A su vez, el carácter evocativo de las obras se materializa en el público infantil, que recorre las salas y se asombra con las diferentes propuestas. Este cruce entre el mundo adulto e infantil construye una imagen de permanencia, de eterno comienzo, y devela el carácter atemporal de algunos juegos, como sucede con la obra participativa Rayuelarte (2009)de Marta Minujín, realizada en homenaje a Julio Cortázar.
En la sala 1, encontramos la instalación mural del artista marplatense Daniel Joglar, que combina tableros de diferentes juegos de mesa (Monopoly, Backgammon, el Uno, entre otros) y juguetes en paredes y vitrinas. Al enfatizar en el carácter creativo, inventivo y de disfrute del juego, este espacio funciona como una antesala para el resto de la exhibición, en la que el entretenimiento se cruza con la construcción de sentido. Así, el factor lúdico en el juego se vincula con la capacidad de creación libre, de construcción de nuevos posibles y, además, de espacios de reflexión sobre el mundo exterior.
En la sala 2, los juegos y juguetes tradicionales adoptan un carácter nostálgico, crítico e irónico. Obras como Italpark de Dino Bruzzone, Fragmentos urbanos (2009) de Silvio Fischbein y los móviles de Juan Pablo Cambariere enfatizan en la mecánica de los juguetes; mientras que la serie fotográfica Juego de manos (1999-2000) de Matilde Marin recupera el vínculo artesanal y ritualístico del juego. Por otro lado, la obra Juanito jugando a la bolita (1973) de Antonio Berni representa a los niños de villas miseria o barrios periféricos humildes de Buenos Aires, a través de su icónico personaje Juanito Laguna.
También, en un sector de la sala se presentan obras que recurren a tableros de ajedrez para cuestionar a la sociedad, como las piezas Ideas para Infiernos (2008) de León Ferrari y Ajedrez proletario (1983- 87) de Edgardo Antonio Vigo. Junto a ellas, la pieza Tablero I Ching, de Xul Solar se centra en el azar como parte fundamental del juego, y contiene dos cuadernos que documentan las reglas e instrucciones, escritas en neocriollo, una lengua de su invención.
En la sala 3, se produce un cruce entre los juegos y el deporte y también, se presentan obras participativas y coloridas. Entre las obras, se destaca la video instalación El partido de tenis (1997) de Margarita Paksa que utiliza la dinámica competitiva del deporte (“tú eres ganador”, “tu eres perdedor”) como metáfora de la competencia social y económica. Por otro lado, las piezas de Pablo Suárez reconstruyen elementos del boxeo; mientras que las fotografías de boxeadores de Marcos López, indagan en la concepción del deporte como vehículo para el ascenso económico y social. En otro sector, se encuentra la obra participativa Juega el juego Nº 32 (1998) de Marcela Gásperi, en la que el público mueve piezas coloridas y genera nuevas combinaciones.
Por último, la sala 4 propone instalaciones interactivas que dialogan con la tecnología del mundo contemporáneo, la representación en los videojuegos y que requieren la participación activa del espectador. La obra Te recuerdo de Leo Nuñez alude al cuento “Funes el memorioso” de Jorge Luis Borges y consiste en una máquina de escribir que al ser utilizada, reproduce lo escrito en una cortina de luces colgada en la pared. Por otro lado, la instalación Mirtha eres tú (2019) de Lolo y Lauti rememora la frase de Andy Warhol sobre los quince minutos de fama, al utilizar una pantalla verde para simular que el espectador está sentado en la cabecera de la mesa de Mirtha Legrand. También, la robótica se hace presente a través de la instalación Bambi-Bot (2015) de Laura Palavecino, que permite mover un ciervo robótico al golpear las teclas de un xilofón, y los videojuegos por medio de las pinturas de Rodolfo Marquez (Mecánica del Conurbano revenger, entre otras).
De esta manera, a partir del trabajo de casi una centena de artistas la muestra refleja cómo los juegos, juguetes y deportes son atravesados por matrices culturales y, por lo tanto, utilizarlos en el proceso creativo sirve como espacio de crítica, de construcción emotiva y de referencia histórica. Recorrer cada una de las salas nos permite adentrarnos en diferentes momentos, personales y compartidos, y disfrutar del carácter participativo de la experiencia lúdica.
Información:
Arte en juego. Una aproximación lúdica al arte argentino puede visitarse de jueves a domingos, de 12 a 19 hs, en Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929, La Boca). Con entrada libre y gratuita, la muestra reabre el primero de enero y estará vigente hasta marzo de 2022.