Durante su proyecto de investigación A poética dos fungos (La poética de los hongos), Tuane Eggers, artista visual y fotógrafa brasileña, realizó una serie de fotografías de montañas, intervenidas con hongos. Esta serie, titulada Estudos sobre fungos e montanhas (Estudios sobre hongos y montañas), interpela nuestro vínculo con la naturaleza, nos permite reflexionar sobre las múltiples formas de existencia y, también, sobre la importancia de la experimentación en el proceso creativo.

En las fotografías, Eggers se sumerge en un cambio de perspectiva que implica una exploración directa del entorno. El encuentro con la magnitud del paisaje natural es el primer paso para abandonar la mirada antropocéntrica, salirse de la propia existencia e indagar en otras formas de habitar el mundo que en la vorágine de la satisfacción inmediata, nos pasan desapercibidas. Así, la autora pone en primer plano a los hongos, microorganismos vivos poco visibilizados y desprestigiados, a pesar de que forman parte de toda la naturaleza y son fundamentales para la vida humana.
Para llevar a cabo la serie, y evidenciar este cambio de perspectiva, la autora cultivó los hongos sobre el papel fotográfico y documentó su proliferación, sin realizar mayores intervenciones. Durante el proceso, los microorganismos se transforman en cocreadores de la imagen: al devorar el papel, generan nuevas tonalidades (similares a los film soup) y texturas que emanan la superficie montañosa. De esta forma, el material fotográfico en descomposición se convirte en un nuevo espacio de creación y en el hábitat para nuevas formas de existencia.

Al respecto, Étienne Souriau, filósofo de arte francés, reflexiona sobre los diferentes modos de existencia y la posibilidad de que un mismo elemento exista en varios planos (por ejemplo, en el plano físico, espiritual, como representación, como reflejo, entre otros). Esta multiplicidad de planos se evidencia a través del acto fotográfico, que permite la existencia del sujeto/objeto como presente y, también, como evocación. De esta forma, las montañas y personas existen en el plano natural, sincrónico, y en el plano visual, como representaciones asincrónicas; los hongos, por su parte, en el plano natural y en el plano creativo, como agentes de transformación del soporte fotográfico.
A su vez, en esta mezcla de temporalidades y materialidades, montañas, sujetos y hongos coexisten y se condensan en un nuevo plano de existencia, en el que los tres comparten escala e importancia: no hay existencias menores ni majestuosas, tan solo hay distintos modos de ser. La imagen se desvanece en una temporalidad incierta y reaparece, como si fuera un fotograma dentro de un sueño eterno.
Así, la destrucción, sea a manos de otro o no, nunca equivale a la finitud de una existencia, sino al surgir de una nueva materialidad a partir del encuentro con otros. Es decir, la consumación total se presenta como un imposible si nos enfocamos en las múltiples posibilidades de transformación que implican otras formas de existencia. Al cambiar nuestra perspectiva, el mundo surge como resultado de diversos cruces de planos, tal como exhibe la serie, y de constantes metamorfosis. En parte, la belleza de esta nueva materialidad voraz radica en que cada uno de sus estadios será único, efímero y solo podrá “permanecer”como representación, a partir de su digitalización (escaneo, nuevas capturas fotográficas).
Por lo tanto, el trabajo de Eggers realiza un proceso de simbiosis entre las fotografías y los microorganismos, que se convierten en colaboradores involuntarios del acto creativo, demostrando que los seres provocamos efectos que no son proporcionales a nuestras dimensiones. La destrucción a partir del accionar de la naturaleza nos permite pensar de manera crítica sobre la fragilidad de la vida humana y de la existencia individual.
A su vez, la experimentación dialoga con el error y éste, con la falta de control, corriendonos de la visión antropocéntrica, del dominio humano sobre la naturaleza y el devenir temporal. En las fotografías, la desintegración del material fotográfico se asemeja al transcurso de una vida, con un principio impuesto y un recorrido caótico, que no impide disfrutar de la belleza de un presente fugaz.
Gracias por dar a conocer el trabajo de los artistas del país hermano ¿En la era digital cuál será el equivalente a los hongos para intervenir la imágen?