En el 150 Aniversario del nacimiento de Joaquín Torres García (1874- 1949), el Museo Nacional de Bellas Artes se suma a celebrar al hombre y artista que enarbola al indio, al lenguaje simbólico americanista y revoluciona el arte latinoamericano desde su mirada metafísica en pos de la armonía y el orden cósmico.La muestra curada por Ma. Cristina Rossi, integra trayectoria y visión absoluta de lo plástico_constructivo en planos genuinos y objetos inéditos entre libros, ilustraciones, dibujos, grabados, pinturas y juguetes.
En el marco de las actividades conmemorativas y luego de 50 años de la anterior retrospectiva en este museo, “Ensayo y convicción” recorre con mirada renovada la claridad de propósito, el ser y estar del hombre, la lucha por sobrevivir y la maestría de este artista y teórico uruguayo que ve en el símbolo, la síntesis entre humanismo, espiritualidad y forma. Una Bauhaus del sur que estructura en su concepto vanguardista y en trabajo grupal, un orden plástico al servicio de un nuevo rumbo para América.
La muestra del artista, teórico y pedagogo que nace en Montevideo y crece con libertad, nos acerca al hombre profundo que escribe en 1917 la versión definitiva del libro “El descubrimiento de sí mismo” (cartas a Julio), el que afronta los desafíos de la vida con resiliencia. El recorrido geográfico y creativo da cuenta de los 43 años fuera de su país, al exhibir las etapas catalana, europea, neoyorquina y montevideana, desde que regresa a Uruguay con 60 años de edad. Entre obras de colecciones públicas y privadas, incluye nueve pinturas patrimonio del Museo de Bellas Artes.
Un video, trata de los siete murales de esencia constructiva y universal que el artista, conectado con su si-mismo, plasma en 1944 con un grupo de discípulos para el hospital Saint Bois de Montevideo. En el pináculo de su teoría, tras ser reubicadas en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, un incendio provoca la insalvable pérdida de las obras en 1978.
En su pasión por la lectura y el estudio, por el año 1900 Torres García se nutre de la biblioteca del Círculo Artístico de Sant Lluc e inspira en la obra de Pubis de Chavannes quien influye en su período clásico. La figura, profundamente humanista, es moderna, afín a la tendencia del siglo XIX. Desde su propia naturaleza interior representa arquetipos en pinturas y murales, paisajes de Cataluña, la belleza propia de cada ambiente natural en su arquitectura, de cada figura doméstica o burguesa.
De su labor como docente de plástica desde 1907 en el Colegio progresista de Mont d’Or de Barcelona y de contemplar a sus hijos, se enfoca en la estimulación creativa, psicológica y motriz infantil puesta en la fabricación de juguetes:
“Voy a meter toda mi pintura en los juguetes;
lo que hacen los niños me interesa más que nada; voy a jugar con ellos” (J.T.G)
En 1917 conoce al pintor Rafael Barradas, quien acelera en Torres García la expresión abstracta y expone junto a él. El interés por la ciudad moderna, preludia al constructivismo en dibujos de este año, donde fractura y fragmenta plásticamente el espacio con el que representa lo citadino. Comienza a fabricar juguetes como objeto pedagógico con materiales sólidos, naturales y nobles como la madera, no solo para subsistir sino para educar desde las formas, los encastres y los colores.
A fines de la primera guerra mundial que vive de cerca, funda Junto al catalán Francisco Ramblà la Sociedad del Juguete Desmontable en 1918. la. Su viaje en 1920 a Nueva York – donde permanece dos años- lo colma de riqueza visual. Expresa lo dinámico de la ciudad moderna desde la composición saturada, en línea y color en pinturas, collages, acuarelas, esténcil, murales, juguetes y esculturas en madera.
En 1922, se traslada a Italia para avanzar en la fabricación de juguetes y exportarlos como “Aladdin Toys” con quienes firma contrato en 1924 para crear una fábrica con sede en Nueva York, depósito que más tarde se incendia, perdiendo su producción.
Desde 1926, Joaquín Torres-García vive y trabaja en París, donde realiza el libro manuscrito “Ici a Paris” (Aquí en París). Ciudad que, entre guerras, se interesa en el primitivismo como vanguardia. En estos círculos, en caso de rigideces, el artista mantiene su autonomía y libertad.
En 1929 a partir de encuentros de artistas abstractos internacionales conducidos por Piet Mondrian, conforman un grupo que responde al surrealismo en 1930 llamado Cercle et Carré (Círculo y cuadrado), el cual impulsa la primera muestra de arte constructivista y abstracto ese año. La pintura de los paisajes en la década del 30, retoma la estructura de cuadrícula de los dibujos de 1917.
Tras la caída de la bolsa de valores de Estados Unidos, la crisis económica parisina en la gran depresión lo mueve a Madrid en 1932, donde un año más tarde, crea el Grupo Constructivo, antesala de la escuela que fundaría al regresar finalmente a su Montevideo natal.
Cada esfuerzo para ganarse el sustento y resistir las crisis, dando clases extra para chicos, ilustrando revistas, incluso religiosas tienen su dosis de angustia y resiliencia. a La experiencia con los juguetes, devino en la creación de piezas de arte originales, en gran formato.
De regreso en Montevideo en 1934 crea un laboratorio de pensamiento y producción artística, la Asociación de Arte Constructivo (AAC). Diez clases que dicta allí en 1938, se publican en 1939 en el libro “Metafísica de la Prehistoria Indoamericana”, relacionado a las bases y el desarrollo de esa cultura que hace a la “Regla de Unidad”, esencia del constructivismo. Más tarde, 150 conferencias que dicta en Uruguay entre 1934 y 1943, se reúnen en 1944 en su libro más importante: “Universalismo Constructivo. Contribución a la unificación del arte y la cultura de América”.
Integrar el arte primitivo, universal y geométrico que hace simplemente al Alma de los pueblos y el arte imitativo y decadente de estados e imperios. Arte y artesanía.
«Este lenguaje simbólico, viviente y bien real, es el más profundo y concreto que pueda expresar el arte; y fue el lenguaje del arte de la antigüedad y de los mal llamados salvajes; más civilizados en esto como en otras cosas de ese orden, que no el prosaico hombre moderno, materialista”.
«Universalismo Constructivo» – Joaquín Torres-García
Arte real y vida. Pintar, no imitar. Pictogramas en retícula ortogonal en armonía áurea sin pensar en el color. Describir en esta escritura, la arquitectura del Universo hacia un nuevo orden que recuerde la espiritualidad, el sentido del hombre y de la mujer, el acceso al conocimiento para saber existir más en la fe y la verdad que en la materia de manera directa y simbólica.
Triángulos, Alma, soles, lunas, estrellas, peces, corazones, ondas, trenes, compases, espadas, cruces, relojes y letras, manuscritos, libros. dibujos, juguetes, colores primarios, blanco y negro. . .
Torres García, traspasa el arte plástico individual en su cosmovisión del símbolo, hacia uno universal. Sus ideas pintadas de los planos intelectual, espiritual y físico, rescatan el secreto de la verdad, la tradición imperecedera. La del indio unido al cosmos, la del hombre de fe, libre, la del poeta-
En lo arquetípico, humilde y universal, representa lo que pervive, lo que fue, es y será, en un arte trascendental pleno de sentido que pueden ver los ejes del corpus de esta muestra, a través de sus indagaciones en papel, en la pintura y en el tratamiento del paisaje y la figura humana.
JOAQUÍN TORRES GARCÍA: “ENSAYO Y CONVICCIÓN”
Hasta el 16 de marzo de 2025 – Salas 37 a 40 del primer piso.
Museo Nacional de Bellas Artes | Av. del Libertador 1473, Buenos Aires
Martes a viernes, de 11 a 19.30hs. (último ingreso)
Sábados y domingos, de 10 a 19.30hs.