El próximo lunes se presenta el libro de la artista plástica argentina Ana Lía Werthein Hacia una poética de la producción, en el auditorio del Museo Nacional de Bellas Artes, el cual resume su obra de las dos últimas décadas.
Su título remite a una búsqueda conceptual plástica la cual -a su vez- designa el recorrido de sucesivas muestras según se detalla en el índice. Como se puede advertir a lo largo de su lectura, la obra de Ana Lía Werthein apunta a generar un lenguaje poético visual del campo y la tecnología, lo cual nos desafía a poner en cuestión nuestros imaginarios en torno a los fundamentos de la modernidad, el arte y la cultura.
Como es sabido la historia de la modernidad está asociada -entre otros cambios significativos- a la historia de la ciudad y en consecuencia a la producción cultural, artística pero -fundamentalmente- a la Ilustración y al Progreso. Desde esa perspectiva se pensó la economía, la historia, la filosofía, la historia del arte, la sociología, etc. El discurso moderno giró en términos productivos, en torno a la industria y a la importancia creciente de la técnica desplazando al campo como escenario generador de imaginarios de ese eje. De esta manera, la producción industrial y en consecuencia, la ciudad se constituyó como fundamento de legitimación imágenes y ficciones de lo nuevo y de la cultura. La ciudad y la industria constituyeron el disparador tanto del pensamiento sobre el arte moderno, como de la producción de una imaginería visual, impactando en diversos campos de conocimiento. Pero entonces, ¿adónde quedaba arrojado el campo en ese mundo de representaciones? La centralidad del discurso de la modernidad -conciente e inconscientemente- colocó al campo, a su producción y a su dinámica social en el terreno del pasado, lo atemporal, lo estático. Nuestra artista, Ana Lía Werthein, al asociar el campo con la técnica, primero y con las nuevas tecnologías después, desde una perspectiva conceptual plástica, nos plantea un giro copernicano en nuestra mirada, a la vez que nos propone -desde ese lugar- una nueva forma de pensar. En esa perspectiva, la propuesta de la artista tiene la capacidad y la audacia de colocar al campo en el tiempo, en un devenir. Debe señalarse, que se trata de una nueva forma de pensar la actividad productiva del campo, en este nuevo momento de la modernidad, ya no estrictamente desde un plano intelectual racional sino como una nueva poética, la coloca en su obra en un terreno ficcional. Esta poética de la producción, así el título de la obra y del libro que la contiene, no supone una teoría económica ni social sobre el campo sino, más bien una nueva forma de aproximarnos a la realidad, una nueva manera de conocer.
En esta perspectiva, el campo deja de ser estático, atemporal, esto es naturaleza. Lejos nos encontramos aquí de adjetivos como el campo bucólico, término usado en forma reiterada como metáfora campestre de cierto tiempo muerto y ahistórico, así como también revelador de un espacio opuesto a la cultura y en consecuencia al trabajo humano. En definitiva esa imagen del campo remitía a un espacio a la deriva y sin historia, imágenes que la artista pretende deconstruir. A partir de esta nueva lectura poética, con un lenguaje plástico renovado -debe advertirse el recurso de la digitalización fotográfica- el campo también es cultura y se asocia a la invención. Esta relación entre campo, técnica e invención es también una cadena de pensamiento absolutamente novedosa. Es sabido que en numerosos ensayos, cuando se hablaba de la invención y la técnica, se solía pensar en el mejoramiento específico de la vida urbana.
De esta manera Werthein coloca en un lugar significativo, la transformación radical que implicó precisamente, en la producción agrícola de los últimos años en la Argentina, la invención de la silo bolsa. Lejos se sitúa esta propuesta conceptual estética de miradas antimodernas de la cultura, sino más bien nos invita a recrear y complejizar nuestras miradas modernas.
La intervención plástica de la silobolsa tiene múltiples connotaciones. Por un lado, celebra poéticamente lo que ha significado esta invención en la dinámica expansiva del campo argentino. De ahí también el lugar que IPESA, la empresa fundada por Zacarías Klas y continuada por sus hijos, es resaltada en el libro en formato de entrevista. Así campo y plástica expresan puntos de encuentro en su obra. Por otro, da cuenta de la creatividad en el plano de la plástica, de ahí la centralidad performática y la visibilidad que adoptará la silobolsa como objeto en la presentación del libro. Esta valoración se expresa también en sucesivas presentaciones de la obra, en primer lugar, en la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta y posteriormente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén. Este cruce novedoso entre el plano productivo agropecuario y la plástica ha estado presente, a su vez, en espacios como Expoagro 2014 y también en un medio masivo como en el programa de TN 2015 denominado Colectivo Imaginario.
Debe destacarse finalmente, que en cada uno de los espacios mencionados como en otros creados más recientemente -en el contexto de la generación de nuevos museos y centros culturales de circulación de arte argentino- está presente algún fragmento de la prolífica obra de Ana Lía Werthein la cual -a esta altura- ya forma parte del patrimonio visual argentino.
Ana Wortman
Dra. en Ciencias Sociales UBA
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