El Museo Nacional de Bellas Artes exhibe “Eduardo Sívori. Artista moderno entre París y Buenos Aires”, la primera muestra antológica que la institución dedica a uno de los pioneros del arte argentino.



“Esta exposición es producto de la exhaustiva investigación de un equipo interdisciplinario coordinado por las curadoras del proyecto ‒afirma el director del Museo. La labor de Malosetti Costa y Vanegas Carrasco, comprometida con echar luz sobre los relatos y los sucesos que fundamentaron un incipiente arte moderno nacional, ha hecho posible que el Bellas Artes presente al público esta retrospectiva de Sívori, la primera que tiene lugar en nuestro país desde la exposición póstuma dedicada a su figura en 1919”.
Andrés Duprat, Director Museo de Bellas Artes

Eduardo Sívori (1847-1918) viajó a Europa a comienzos de la década de 1870 y al regresar, compartió con sus jóvenes amigos las ideas acerca de la modernidad artística francesa y la pintura al aire libre. Constante y profesional, envió obras a todos los salones parisinos durante su estadía en la capital de Francia y expuso en cada salón argentino, hasta su muerte.



Es significativo el lugar que Sivori dio al autorretrato en su producción, tanto en fotografía como en pintura, obras en las que mostró el paso del tiempo en su rostro. Probablemente esa profusión de fotos y pinturas signifique que era consciente de la importancia de su legado para el campo del arte argentino, donde fue una suerte de «leyenda viviente».
Uno de sus autorretratos de 1910 y otro retrato de nuestro artista pintado por Cesáreo Bernaldo de Quirós obtuvieron sendas medallas de oro en la Panama-Pacific International Exposition de San Francisco, California, en 1915.

En el autorretrato más tardío que conocemos, Sívori se representó de perfil, a partir de una fotografía, como una aparición suspendida en un torbellino de trazos que se confunden con su barba. Iluminado de frente, su rostro comparte la cualidad pictórica del fondo.

Eduardo Sívori dedicó su vida no solo a la creación de un arte nacional, sino también a la enseñanza, la conformación y el sostén de instituciones artísticas. Además de fundar la Sociedad Estímulo, participó en la organización de las exposiciones del Ateneo, y fue un actor clave en la creación del Museo Nacional de Bellas Artes, la nacionalización de la Academia de Bellas Artes y la organización de los Salones Nacionales de Artistas desde 1911. Fue también pionero en la introducción del grabado al universo de las bellas artes y de su inclusión en los programas de enseñanza artística en el país.
Fueron numerosas -y muchas de ellas destacadas_ las discípulas de Eduardo Sívori, en un tiempo en que las bellas artes eran consideradas una actividad deseable en la formación de las señoritas elegantes. Este afiche diseñado por el artista para promocionar sus clases impacta por su tono humorístico: Sívori estampó su firma en la espalda de una alumna. A la vez, «respaldándola» con sus iniciales, el maestro se presenta cómplice del gesto decidido y profesional que impulsó en sus estudiantes.
Integran la muestra cerca de 200 obras, fotografías, documentos y objetos personales provenientes de colecciones públicas y privadas, entre los que se cuentan pinturas, dibujos, acuarelas, gouaches, grabados y afiches creados por Sívori y algunos de sus discípulos.

Retrato del coronel Francisco Crespo
En las vísperas de la Navidad de 1893, los hermanos Eduardo, Alejandro y Carlos Sívori donaron al Museo Histórico Nacional las medallas y condecoraciones de su abuelo, junto con dos retratos del coronel: una pintura atribuida a Carlos Pellegrini y este óleo realizado por Eduardo Sívori.
Significativamente, el artista no se inspiró en aquella primera fuente, sino que construyó el rostro de su abuelo mediante la síntesis de rasgos de los tres nietos, basándose en retratos fotográficos de sí mismo y sus dos hermanos.
“En esta muestra ‒explican las curadoras‒ nos hemos propuesto reunir la obra pictórica y gráfica de Eduardo Sívori (1847-1918), toda la que hemos hallado hasta ahora, con el propósito de dar inicio a una catalogación razonada de la vasta producción de esta destacada figura, a quien se conoce apenas por algunos grandes cuadros como ‘Le lever de la bonne’ (El despertar de la criada), con el cual suscitó el primer escándalo artístico en Buenos Aires, en 1887”.

La mort d’un pasan
Presentada en el Salón de París en 1888, esta gran tela fue adquirida por Benito Quinquela Martín para su museo en 1938. El artista boquense decidió incorporarla a su casa-museo con el título La muerte del marino. De este modo, la pintura pasó de relatar la desgracia de una familia de campesinos europeos a representar el drama de un marinero, un tema más asimilable al contexto portuario de la joven institución.

“Eduardo Sívori. Artista moderno entre París y Buenos Aires” podrá visitarse hasta el 4 de febrero de 2024 en el Pabellón de exposiciones temporarias del Museo, de martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita.
MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES, Av. del Libertador 1473, CABA.