ENTREVISTA EXCLUSIVA CON FLORENCIA BATTITI A POCOS DIAS DE SU APERTURA
Con su proyecto El nombre de un país, la artista santafesina Mariana Telleria resultó la ganadora del concurso abierto para representar a la Argentina en la 58 Exposición Internacional de Arte – La Biennale di Venezia, acompañada por la curaduría de Florencia Battiti, historiadora del arte y docente.
En esta nota, Ana Laura Espósito dialoga con Florencia Battiti sobre curaduría, el modelo bienal y los mecanismos de selección para los pabellones por País
ARTE CONTEMPORÁNEO Y REPRESENTACIÓN NACIONAL EN CRISIS
Aún hoy recuerdo la polémica que suscitó tanto en Argentina como en Italia, así como en el entero sistema del arte, la gestión deficiente por parte de funcionarios del gobierno de la obra Rapsodia inconclusa (2015) de la artista Nicola Constantino en el pabellón argentino durante la Bienal de Venecia del 2015. Estas y otras gestiones han siempre sembrado dudas sobre la salud y la democracia de los mecanismos de selección en un sistema que se caracteriza por ser, a nivel mundial, auto referencial por antonomasia. Una tímida voluntad de profesionalizar las vías de acceso a estos espacios se ha cristalizado en la instauración de un concurso y un jurado que han seleccionado el proyecto El nombre de un país de la artista Mariana Telleria, curado por Florencia Battiti, para ocupar el gran espacio que la Argentina posee en concesión en el área conocida como Arsenal.
A pocos días de la inauguración de la Bienal de Venecia May You Live In Interesting Times, organizada por el crítico de arte y director de la Hayward Gallery de Londres Ralph Rugoff, hemos conversado con Battiti quien se encuentra junto a la artista trabajando en los últimos detalles de la instalación días antes de la apertura prevista para el sábado 11 de mayo. La exposición internacional de arte permanecerá abierta hasta el 24 de noviembre de 2019 con 79 artistas invitados y 90 participaciones nacionales.
Durante 2018 se realizó por primera vez un concurso abierto para la selección de el/la artista que presentará un proyecto en el pabellón nacional de la Argentina en Venecia.
¿Creés que esta modalidad puede aportar mayor pluralidad y acceso a las oportunidades para artistas y curadores?
La decisión de realizar un concurso abierto de propuestas para el envío oficial a la bienal indudablemente abre posibilidades, en términos federales incluso, y aporta mayor pluralidad. De por sí, el método le exige a un grupo de personas (el jurado) analizar y evaluar todos los proyectos que se presenten. La decisión final del jurado seguramente contendrá la dosis de arbitrariedad que cualquier decisión de este tipo implica, pero el sistema de concurso abierto abre las discusiones y las enfoca hacia el universo de propuestas que se presenten. Eso ya marca una diferencia, positiva a mi entender, respecto del sistema de elección anterior.
Chile viene implementando este sistema hace varios años (abriendo el concurso también a curadores sin restricción de nacionalidad). ¿Los artistas y curadores seleccionados para el pabellón de Argentina tienen que ser exclusivamente nacidos en el país? ¿Tiene relevancia en el arte este aspecto?
En el caso del envío oficial argentino de este año, no sólo el artista y curador deben ser nacidos en el país sino que deben residir en la Argentina. Esta decisión impidió, por ejemplo, a artistas como Marie Orensanz, presentar proyectos por el hecho de no residir en el país. En términos de la práctica artística este punto no tiene relevancia, al menos no lo tiene para mí. El arte contemporáneo viene poniendo en crisis hace rato la cuestión de las “representaciones nacionales” ligadas a un estado-nación. E incluso en la propia Bienal de Venecia (que es la más atada aún a este esquema de representaciones nacionales) ha habido artistas que han puesto esta cuestión en tensión de manera muy lúcida (Jaar, Amorales, Dora García, por ejemplo).
¿Cuál es el desafío más importante para un curador cuando se trata de una exposición personal (o bien del pabellón de Venecia) a diferencia de una muestra colectiva en la cual a través de un tema o una tesis se debe generar un hilo conductor?
Uno de los mayores desafíos en un mega-evento como la Bienal de Venecia es lograr una propuesta artística que logre balancear la necesaria “espectacularidad” que debe tener una obra que se presente en un espacio como el Pabellón Argentino con la, también indispensable, dosis de sensibilidad y poesía que el proyecto en cuestión debería incluir. No todos los artistas (ni todos los curadores) logran resolver una propuesta potente y sensible a gran escala. Este es un desafío al que el artista se enfrenta con su obra y que el curador/a acompaña aportando su experiencia y su mirada. En el caso del proyecto de Mariana Telleria, la propuesta es de sitio específico, lo que implica un gran trabajo de planificación previa que luego, necesariamente, debe ajustarse a la realidad concreta del espacio.
¿Con qué otros curadores, históricos o críticos de arte compartís una visión similar o encontrás inspiración para tu trabajo?
Actualmente trabajo bastante cercanamente a Fernando Farina, con quien comparto una mirada y una sensibilidad bastante afín en relación al arte y a nuestro trabajo como curadores. Pero la verdad no creo que haya un curador o curadora del que siempre me interese o me inspire su trabajo, eso depende de cada proyecto de exposición. Lo que sí ocurre es que hay trabajos de curaduría puntuales que me inspiran un respeto y una atracción especial. Por ejemplo, la muestra de Delia Cancela en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires curada por Carla Barbero me pareció muy buena. Me encantaron algunas decisiones que Carla tomó en relación a cómo exhibir la obra de Cancela. Y, en un registro diferente, también me pareció muy acertada la curaduría que Ana Longoni realizó en el Parque de la Memoria con la muestra sobre Oscar Masotta. Esta exposición era fruto de una investigación de muchos años, con muchísimo material documental, que trazaba una suerte de biografía intelectual de un personaje riquísimo como Masotta. Era un desafío “espacializar” esa exposición de modo que no pierda atractivo y “poeticidad” y creo que logró balancear muy bien esos aspectos. Recuerdo, por ejemplo, también, la exposición de Xul Solar que curó Cecilia Rabossi en el Museo Nacional de Bellas Artes como una exposición inspiradora, en el sentido de que ya se habían realizado otras muestras de Xul Solar y está tenía que presentar, los mismos materiales de una manera diferente, darles una nueva lectura, y lo logró de manera muy satisfactoria.
¿Cuál debe ser el rol de una bienal de arte?
Una bienal de arte depende mucho de su propia historia, de la ciudad en la que se lleva a cabo, de factores políticos intrínsecos a la organización de un evento de esas características. No hay una respuesta única pero, desde mi perspectiva, su rol debería ser intentar exponer un estado del arte contemporáneo, identificar y dar visibilidad pública a ciertos debates en torno al arte, sus condiciones y posibilidades en este mundo complejo. Personalmente creo que el formato de la documenta de Kassel (que sucede cada cinco años y no cada dos años como una bienal) resulta más apto y permite una elaboración conceptual más meditada. Pero de nuevo, esto desde mi punto de vista. Probablemente desde el punto de vista de otros actores (políticos, el mercado, etc) el formato bienalero, que implica salir a la palestra cada dos años con un nuevo proyecto, resulta más afín a sus intereses.
¿Qué cosa hace falta hoy en el mundo del arte?
No creo que exista “un solo mundo del arte”. Aquí en Argentina, le hace falta una mayor consolidación de sus instituciones, de sus museos por parte del Estado y una mayor presencia y aporte del sector privado también, un mayor compromiso. Hace falta que las instituciones se consoliden por sí mismas y no dependan tanto de quienes están al frente de ellas. En realidad, a toda la sociedad le hace falta comprender mejor que el trabajo de los artistas tiene un valor enorme, que el arte contemporáneo es una forma de pensar desde el intelecto y la sensibilidad, y que en este mundo complejo, el ARTE es una herramienta valiosa para comprender nuestra contemporaneidad, el tiempo en el que nos toca vivir.