ENTRE EL LENGUAJE VISUAL Y EL INCONCIENTE COMO LENGUAJE
Hasta el 1° de marzo se puede visitar la muestra de Ana Lía Werthein en Dain Usina Cultural. En su reciente paso por este lugar de encuentro en el barrio de Palermo la Dra. Ana Wortman destaca: “…los trabajos de la artista en los cuales se muestra esa pieza singular del psicoanálisis, como lo fue y es el diván, en la denominada Serie diván. En ese lugar, en ese consultorio están paciente y analista, pero no están las miradas, ya no hay control, se recrea un no lugar para que el inconciente emerja. En efecto, la cuestión del espacio, es decir dónde realizar el encuentro con el paciente y bajo qué herramientas, se alude a una cuestión del espacio, transformación radical de ese encuentro.
No debe haber nada más expresivo de la modernidad que atravesaba el mundo que rodeaba a Freud, que esta creciente dislocación entre el espacio y el tiempo”, y siguen las apreciaciones de Ana Wortman profundizando las relaciones entre el fundador del psicoanálisis y la obra de Ana Lía Werthein.
En exposición desde el 15 de diciembre de 2015 al 1° de marzo de 2016.
ESPACIOS FREUDIANOS
pinturas y obra gráfica
DAIN Usina Cultural
Nicaragua 4899 – CABA
www.dainusinacultural.com
4778-3554
Nota completa de Ana Wortman:
La original exposición de Ana Lía Werthein denominada Espacios freudianos, nos lleva a una serie de interrogantes en múltiples direcciones, tanto desde el punto de vista de las artes visuales, como también del surgimiento del psicoanálisis, de la cultura y fundamentalmente de la modernidad. ¿Es posible visualizar el psicoanálisis?, ¿qué relación establece Ana Lía Werthein entre Freud y lo visual? Si Ana Lía establece una relación entre el pensamiento y el arte, cual es el fundamento de esa relación?
En esta muestra que se presenta en el inquietante espacio arquitectónico Dain Usina Cultural, lugar ideal para ver la producción visual desde distintas perspectivas, Ana Lia compone un Freud representado en el espacio, aprovechando precisamente el espacio que brinda esta maravillosa librería. En los distintos agrupamientos de la obra Espacios freudianos, la artista parte de la idea de espacio y de no espacio para pensar visual e imaginariamente el psicoanálisis.
Se trata precisamente de un saber que alude a un no saber, a un conocimiento que no esta articulado, que no tiene estructura ni esquemas, a una razón de la sin razón. Es decir sabemos que el psicoanálisis se constituyó como tal a partir del desarrollo de un concepto que hasta entonces era desconocido en el campo de la psiquiatría, la medicina y la salud mental como es el inconciente. Entonces nos preguntamos, ¿qué es el inconciente?, ¿dónde está el inconciente?, ¿está en algún lugar?, ¿en algún espacio? ¿tiene alguna materialidad? Si no tiene materialidad, ¿cómo aludimos a él?
Este despliegue de un no espacio que es el inconciente, lo que no se puede controlar solo puede accederse a través del lenguaje. Se trata del reconocimiento acerca de una subjetividad no material, pero a diferencia de las sociedades tradicionales donde la subjetividad se realizaba en alguna trascendencia, se simbolizaba a partir de imágenes, en algún pensamiento heterónomo al decir de Castoriadis, aquí la subjetividad alude a la conformación de un pensamiento autónomo a partir de incursionar en el inconciente. En ese sentido, también es radical la transformación del espacio del encuentro entre el paciente y el analista. Y allí aparece el objeto diván como un lugar para dar cuenta del no lugar. Varios son los trabajos de la artista en los cuales se muestra esa pieza singular del psicoanálisis, como lo fue y es el diván, en la denominada Serie diván. En ese lugar, en ese consultorio están paciente y analista, pero no están las miradas, ya no hay control, se recrea un no lugar para que el inconciente emerja. En efecto, la cuestión del espacio, es decir dónde realizar el encuentro con el paciente y bajo qué herramientas, se alude a una cuestión del espacio, transformación radical de ese encuentro.
No debe haber nada más expresivo de la modernidad que atravesaba el mundo que rodeaba a Freud, que esta creciente dislocación entre el espacio y el tiempo. Ya las identidades no se van a constituir como era en el pasado a partir de un sujeto anclado en un lugar, en una territorialidad y por herencia, el saber del pasado ya no nos sirve para estos sujetos que habitan sociedades móviles, sociedades constituidas por migraciones… Las identidades tenderán a conformarse a partir de la imaginación fundamentalmente y no por la repetición como en el pasado…Los sujetos deberán imaginar cómo vivir y cómo relacionarse, ya que las instituciones fundantes del lazo social como el matrimonio, la maternidad entendida como naturaleza, la patria, es decir las identidades nacionales/territoriales, comienzan a ser cuestionadas/interrogadas o tienen menos sentido en un mundo con limites/fronteras difusos y en constante movimiento. El deseo, la libido, las tensiones entre la libertad y la seguridad ponen en escena un mundo atravesado por el cambio y la movilidad. Las identidades ya no son más hereditarias y menos aún fijas. El hombre se habilita a autoconstruirse, de allí la presencia creciente de la cultura en detrimento de los mandatos sociales. Los crecientes desplazamientos de las personas producidos muchas veces por cuestiones económicas, pero también por persecusiones políticas o simplemente por ansias de vivir en la ilusión del acceso a la cultura y la educación de las ciudades, generaban migraciones. El mundo de la migración es el mundo de Freud porque también su familia fue migrante. La modernidad se funda en la migración, y esta movilidad conmueve los fundamentos de la subjetividad. Es como que todo lo que heredamos ya no sirve o es resignificado en los nuevos lugares. El antropólogo hindú Arjun Appadurai habla, y pensamos que el término aquí es apropiado para comprender esta nueva forma de pensar las identidades, de subjetividades diaspóricas. Si trasladamos esta reflexión al plano personal, introducirnos en nuestro inconciente produce que nos desplacemos de lugares imaginarios rígidos y que ocupemos otro lugar.
En esa dirección debemos pararnos frente a la producción visual de Ana Lía Werthein estimulada a partir de estas ideas fundantes de este pensamiento cabal de la modernidad como lo es el psicoanálisis.
Otro momento donde se alude a la cuestión del lugar es en la relación de Freud con la ciudad y su casa. En este universo cultural debe comprenderse el Tríptico digital Vergasse 19 calle y casa donde Freud vivió hasta que debió exilarse en Londres por la persecución nazi. Viena era una ciudad pujante, una ciudad de mezcla precisamente formada por migrantes, también la familia de Freud era una familia de inmigrantes. También caracterizada por una riqueza cultural producida por el pensamiento judío cuya presencia era muy significativa y determinante de estos cambios sociales y culturales. La modernidad de la ciudad, la movilidad de las personas inspira a Ana Lía para intervenir la producción visual con la fotografía y la digitalización. Técnicas que, por otra parte, son más que propicias para aludir a ese permanente desplazamiento.
Trenes, automóviles, aviones, por un lado y la fotografía y el cine por el otro permitieron a los sujetos construir imaginariamente esa movilidad. El espacio, el lugar y el tiempo ya no serán más estáticos. El mundo comenzó a representarse de otra manera a partir de la incorporación de la técnica a los medios de transporte. ¿Cómo cambió la mirada a partir de la circulación de los sujetos?, ¿cómo cambió la representación de la mirada, a partir de la técnica? ¿cómo miramos a partir de la fotografía y el cine?
El desplazamiento, el movimiento, la circulación de un lugar/no lugar a otro lugar/no lugar, por último se produce en el encuentro, a través del lenguaje, entre paciente y analista. Estamos hablando aquí de la transferencia y, cuando se ésta se produce se vincula con desplazamientos de sentidos, articulaciones del lenguajes, identificaciones y proyecciones del paciente en el analista, los cuales no están en ningún lugar. Encontramos una serie de trabajos de Ana Lía que se proponen dar cuenta de esta instancia central en el camino, rodeo, del inconciente, denominados precisamente, En transferencia.
No está demás decir que esta forma de representar lo irrepresentable como es el inconciente es a partir de la búsqueda de un lenguaje visual que está lejos de una naturaleza muerta, en sus trabajos no hay representación, menos simbolización. Nada de lo que vemos podría decir esto o aquello es el inconciente. Podemos evocarlo, como lo hace la alegoría judía, pero nunca encontrarlo.
Ana Wortman
Investigadora – Sociólogo
Area Cultura y Sociedad
Instituto Gino Germani
Facultad de Ciencias Sociales, UBA
http://webiigg.sociales.uba.ar/globalizacioncultural/
http://awortman.com.ar
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