DERIVAS PSICOGEOGRÁFICAS, CORPORALIDADES Y LA CIUDAD COMO FOCO DE POTENCIA ARTÍSTICA: UNA CHARLA CON AMARNA MILLER
¿Qué pasaría si el cuerpo del artista se convirtiera en un mapa?
Amarna Miller es artista, activista y escritora. Bajo el seudónimo de Marina Manot comparte su obra y sus búsquedas creativas a través de diversos formatos y metodologías, principalmente la fotografía, creando piezas con una fuerte carga conceptual.
Su formación académica es sólida: estudió Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad de Arte y Diseño de Santa Fe en Nuevo México y la Universidad Europea de Madrid. “Nunca tuve ninguna duda de que yo quería hacer Bellas Artes”, afirma Amarna al ser consultada al respecto.
“Desde que soy muy pequeñita siempre me ha encantado todo lo que tenga que ver con la creación. Y, cuando llegó el momento de hacer la carrera, no me planteé nada más. Creo que eso en parte fue un problema al enfrentarme a los estudios universitarios. Yo iba con una idea muy grandilocuente y bohemia de lo que significaba estudiar Bellas Artes. Cuando llegué se me cayó el santo al cielo, en parte por mi propia expectativa. No porque la formación académica fuera mala”.
Amarna Miller
Su balance es agridulce: si bien cree que se pueden obtener resultados muy interesantes de la carrera de Bellas Artes, no considera que sean específicos de una formación académica.



En esos primeros años de formación apareció la fotografía, práctica que cumple un rol de principal importancia en el corpus artístico de Amarna y en las búsquedas conceptuales que plantea. Apenas se menciona esta disciplina en la entrevista la artista muestra a cámara el libro “Sobre la Fotografía”, de Susan Sontag, texto fundacional de teoría fotográfica. Las preguntas de Sontag y las posibles respuestas a las que arriba ocuparon un lugar central en el debate que siguió. Bajo la capa de inocencia que esta disciplina propone (el manto de objetividad, de representar lo que “verdaderamente fue”, de captar la realidad de los objetos), se esconden mecanismos que distan de ser translucidos.
“En este libro Sontag se pregunta si la fotografía debe ser tomada como una representación fidedigna de la realidad”, afirma Amarna. “Por eso mismo se utiliza en juicios, para probar que algo efectivamente ha pasado. Las noticias también están muy vinculadas al tema audiovisual: se supone que lo que estás mostrando es lo que es, pero el ojo de la persona que graba siempre está ahí, en el medio. Siempre hay una decisión, que puede ser consciente o inconsciente. Creo que la fotografía como representación fidedigna de la realidad es una falacia, una mentira”.



La fotografía como documento, como prueba de verdad, se revela opaca en los mecanismos que esconde y difiere profundamente de la fotografía artística. Amarna menciona durante la charla a Diane Arbus como ejemplo de una artista cuya mirada sobre el objeto fotografiado se revela en toda su magnitud. Esa mirada está presente en muchas de las series fotográficas de Amarna. “Bodegones Urbanos” (o “Urban Still Life”), es un claro ejemplo: la artista fotografía diversos objetos encontrados en la calles de Madrid, explorando las fronteras que separan lo público de lo privado y entendiéndolos como fragmentos de historias que forman parte de la metrópoli, pero que se convierten en inaccesibles para ella.
Una línea conceptual que atraviesa profundamente el corpus más reciente de la obra de Amarna es la exploración en torno al propio cuerpo del artista. “La corporalidad siempre me ha interesado. Las cicatrices, las heridas, el cuerpo como campo de batalla – siguiendo esa afirmación de Barbara Kruger-. A todo esto se le suma que una gran parte de mi obra tiene que ver con las derivas psicogeográficas y el urbanismo: cómo nuestro entorno interactúa en la forma en la que vivimos nuestra vida”.
Se encuentra actualmente en un punto de su trayectoria en el que está juntando dos áreas que viene explorando desde hace varios años: “Por un lado las corporalidades, el cuerpo del artista como obra en sí mismo. Y por otro lado la psicogeografía. Estoy en un punto de intersección, en el que comprendo el propio cuerpo de una manera topográfica. Y me pregunto, ¿qué pasaría si el cuerpo del artista se convirtiera en un mapa?”
Comparte que la obra que se encuentra desarrollando en este momento se llama, al menos por ahora, “El cuerpo como territorio”: se trata de un proyecto fotográfico con una carga conceptual muy fuerte que aborda el tema del propio cuerpo del artista como objeto y como obra.



Las corporalidades y la cuestión psicogeográfica también están sumamente presentes en otro de los proyectos de Amarna: los mapas de recuerdos compartidos. En estas piezas la artista toma planos físicos de las ciudades y les pide a sus seguidores a través de las redes sociales que le envíen recuerdos anónimos que hayan sucedido en puntos concretos de la metrópoli, de tal manera que todas esas pequeñas anécdotas van creando un itinerario de infinitas vivencias de desconocidos.
“Lo que hago en la obra final es incluir físicamente los recuerdos en el mapa, ir haciendo un itinerario por cada una de esas vivencias. Mi participación es casi instrumental”, explica la artista. “La idea no es hacer una infografía, o algo que sea comprensible para la persona que vea la obra, sino más bien crear una mancha abstracta compuesta por los recuerdos de todas estas personas”.
A través de este proyecto Amarna logró aunar varios elementos que le interesaban: la cuestión urbanística y la psicogeografía. Las ciudades que habitamos se transforman a través de las propias vivencias de las personas que la habitan. “¿Qué pasaría si de repente, en vez de seguir medidas estandarizadas y formales, comenzáramos a deformar la ciudad, como hacían los surrealistas o los situacionistas? ¿Por qué no hacer un mapa de los propios recuerdos?”, se pregunta.
“Las vivencias de absolutamente todos construyen una serie de capas en las ciudades por las que pasamos. No tienen por qué ser entes muertos. Por el contrario: están sumamente vivas”.
Amarna Miller



Otro hilo conductor presente en la vida y obra de Amarna Miller son los viajes. Al momento de la entrevista acababa de regresar de Sudán del Sur, uno de los tantos destinos que visitó a lo largo de los años. La creación artística y la vida nómada no suelen llevarse muy bien, principalmente por una cuestión práctica. Sin embargo, Amarna encontró en los cuadernos de viaje, otro de sus proyectos artísticos, una excelente manera de lograr una comunión entre ambas.
“Hace tres años decidí que no quería renunciar a la vida nómada, porque me encanta, pero tampoco quiero renunciar al arte. Por ello comencé con los cuadernos de viaje, quería intentar hacer una pieza artística en cada uno de mis viajes, lograr que sean obras en sí mismas”.
Hay varias normas que regulan la creación de estos cuadernos: Amarna solo utiliza objetos que encontró durante el viaje (incluyendo los necesarios para la encuadernación) o materiales muy compactos y livianos, y la pieza debe realizarse durante la travesía. “Cada uno de los cuadernos tiene su propia vida. Son pequeñas conceptualizaciones de los viajes que fui haciendo. Es también una excusa para no perder el músculo creativo”.
Amarna concluye la entrevista afirmando que la construcción identitaria del artista (en relación al mercado, las academias y la aceptación que tienen ciertas obras en esos ámbitos), le da igual. “Lo que me importa es tener algo que decir”, afirma. “Los artistas tienen muchas ganas de contar historias, autobiográficas o no. Tienen ganas de expresarse. Para mi el arte tiene mucho que ver con la filosofía, con la reflexión. El tener la posibilidad de lanzar preguntas al espectador, te consideres artista o no, me parece lo más relevante”, concluye.