Desde Buenos Aires, pero no por mucho tiempo, Isabel Iacona prepara su próxima muestra en otras latitudes.
Con el reconocimiento de la crítica y los medios, su carrera se fue consolidando hasta obtener importantes premios nacionales e internacionales.
En estos días fue nominada por la Università Popolare Costantino Clerici de Milano por su contribución a las artes.
“Pintora en pleno rapto de creación madura…” describe la crítica Christine Castro Gache en una nota recientemente publicada que transcribimos al pié. Completa la idea una frase del coleccionista Alain B. A. Guillaume: “Even your reflections are exquisite”
UN ASUNTO DE PAJAROS E INTUICIONES
Por Christine Castro Gache
La preciosa cualidad de la intuición es su ausencia de alboroto. El grito áspero, la repentina proyección de una piedra en el estanque, un redoble agitado, son aditamentos que le son fútiles. Pues la intuición inclina su cabeza de pájaro del lado de lo invisible, eleva vuelo sólo cuando la transparencia se lo señala, y sus plumas se confunden entonces con la iridiscencia del aire.
También la pintura de Isabel Iacona se origina dentro del secreto fluido. En efecto, su obra toda nos habla de una confluencia de espíritu y materia en tanto que el aliento de la artista se entrelaza en las telas, impregnando todo lo que plasma su mano, desde los retratos sobre papel, delineados éstos con trazos gozosos y fluorescentes, hasta las flores que se exhiben con abandono. Las hay amplias, lustrosas, de pétalos opulentos que se asemejan a mujeres galantes que no temen el roce del tacto. Mas es esta corpulencia misma que hace sospechar que la artista está al acecho de un son cristalino. Durante el largo tiempo que brinda a sus anchas flores su amor absoluto, hablándoles, acicalando sus cuerpos, susurrándoles quizás, Isabel siente que está pintando con un pincel de fuego sagrado y que sólo es cuestión de tiempo. Tal el pájaro, Isabel Iacona está posada sobre la rama de un tilo y espera.
Y un día aparecieron. Las hermanas de sangre de las otras flores. Ya no colmando el lienzo de sus cuerpos rosados, celestes y ocre, como criaturas envueltas por efluvios nocturnos y perfumadas por ensoñaciones. Ahora emana de ellas la exquisitez de la esencia, el sonido justo. Dejando atrás la presencia histriónica, estas flores nos dejan estupefactos por su mezcla de aplomo a veces modesto, a veces insolente y por su imperturbable definición. Las hay pequeñas y extasiadas en estado meditativo, flotando grises y negras en aguas claras, ocupando un espacio mínimo en el lienzo pero preñándolo. Y luego están las esbeltas, las guerreras que se elevan impúdicas hasta el cielo y cuyos tallos, grises también, son entrecortados por un amarillo potente o un naranja resplandeciente, que juegan a querer devorarlos. He aquí la razón por la cual Isabel Iacona canta mientras aguarda. Pintora en pleno rapto de creación madura, ella bien presagia la ebullición de partículas impalpables que sin embargo trazan sendas que rutilan. Cuando despliega sus alas, va derecho al sol.
https://en.m.wikipedia.org/wiki/Isabel_Iacona
https://www.facebook.com/iaconaisabelartist/
https://www.instagram.com/artistisabeliacona/