La Academia Nacional de Bellas Artes celebró su 80º aniversario con la presencia de autoridades de gobierno, directivos de instituciones de cultura y académicos de la institución.
Durante el acto, el Legislador porteño Eduardo Santamarina entregó un recordatorio para la Academia, en reconocimiento al trabajo realizado por el impulso y la promoción de la cultura argentina durante ocho décadas.
Por otra parte, en homenaje al compositor Alberto Ginastera y el artista —pintor y escultor— Líbero Badii, otrora Académicos de Número que este año cumplirían 100 años, la Academia exhibe algunos objetos de sus archivos personales. En la vitrina dedicada al músico, una “condecoración” de “la Orden del Tornillo” entregada por Quinquela Martín (fundador de esta orden) al Maestro Ginastera, fotografías, y otros objetos personales; en la dedicada a Badii, objetos y carpetas de dibujos del artista donadas a la Academia (originales jamás mostrados).
Además, hay que destacar la donación de obra de dos Académicos de Número actuales: “Bailarina II” de Guillermo Roux y “Jardines del mal I” de Jorge Tapia.
“Esta Academia está conformada por un conjunto de personas con antecedentes valiosos y trayectoria probada en las especialidades relacionadas con las artes visuales (pintura, dibujo, grabado, escultura, fotografía, nuevos soportes), música, arquitectura y diseño, juntamente con los quehaceres de la historia, la investigación, la crítica del arte, y la gestión cultural”, enfatiza el Arq. Alberto Bellucci, actual presidente de la Academia Nacional de Bellas Artes.
“A lo largo de 80 años, la Academia fue incorporando sucesivamente 128 académicos de número, 51 académicos delegados (en las provincias) y 124 académicos correspondientes (en el exterior)” —explica el Arq. Bellucci—. “La actual conformación incluye 32 miembros de Número, 20 Delegados y 43 Correspondientes, que trabajamos intensamente para contribuir al desarrollo y al estímulo de las
Bellas Artes en sus diferentes manifestaciones”.
Por su parte, el legislador Eduardo Santamarina recordó sus primeras visitas a la ANBA desde muy joven en compañía de su abuelo Antonio Santamarina, Académico de Número integrante de la mesa fundadora de la institución en 1936.