
LA COLECCIÓN DE FOTÓGRAFOS LATINOAMERICANOS DE LA FOTOTECA DE CUBA: EL LETARGO DE UNA COLECCIÓN
Por: Yenny Hernández Valdés
La Fototeca de Cuba es una institución estatal perteneciente al Ministerio de Cultura, inaugurada en 1986 con la misión de conservar, estudiar y promover el patrimonio fotográfico cubano, además de constituirse como el espacio idóneo para la difusión, investigación y visibilización de la fotografía nacional e internacional. A su vez, presenta funciones de museo y archivo donde se conserva una vasta colección de documentos y atesora en su fondo la más amplia e importante colección de fotografía cubana conocida hasta el momento. Cuenta con espacios galerísticos para muestras transitorias, y desarrolla y promueve encuentros teóricos, cursos y talleres con especialistas nacionales e invitados extranjeros.
La proyección de la Fototeca de cara al contexto internacional es importante en tanto es la institución encargada de promover la fotografía nacional en el extranjero, establecer contactos pertinentes con otros investigadores y fotógrafos, así como fomentar el interés del público que está fuera de Cuba por la fotografía de la Isla. No solo visibiliza la producción fotográfica de períodos anteriores sino también la de los jóvenes talentos con el objetivo de promocionarlos y posicionarlos en el escenario internacional.
La Fototeca presenta también un apartado enfocado en la organización de eventos nacionales e internacionales y en el otorgamiento de premios de fotografía en eventos que se realizan en el territorio. Ejemplo de ello son los Salones de fotografía, los Coloquios Latinoamericanos de Fotografía y el evento Noviembre Fotográfico.
La colección que conserva la Fototeca constituye un riquísimo fondo de fotografías cubanas y extranjeras formado a partir de la fundación de la institución a finales de los años ochenta del siglo XX. Dentro de dicho fondo se encuentra la colección de Fotógrafos Latinoamericanos, la cual constituye un fragmento dentro de la colección de Fotógrafos extranjeros, que a su vez pertenece a la colección de Fotografía Contemporánea. En tanto ella resulta una colección poco conocida en el ámbito cultural y del coleccionismo nacional, se hace interesante indagarla y aproximarnos a sus particularidades.
Una colección dormida en una institución activa
La fotografía latinoamericana constituye el compendio documental de procesos y resultantes etnográficas de la región. En ella se capta y resume la identidad o la búsqueda de esta, las costumbres de las tribus y las ciudades, las dictaduras y sus consecuencias, las revoluciones y sus logros:
Su distinción [la de la fotografía latinoamericana] como obra legítima parece revelarse al reproducir valores de identidad en los diferentes marcos y aspectos (…) La fotografía latinoamericana se ha hecho símbolo de una poética, una mitología de la existencia que se ha venido potenciando a través de la obras más conocida de autores [diversos].(1)
La colección de Fotógrafos Latinoamericanos está conformada por una suma exquisita de los más importantes artistas de la región, incluidos también relevantes fotógrafos cubanos de la historia de la manifestación en el país. Entre ellos figuran, tanto latinoamericanos como cubanos, Carlos Jurado, Graciela Iturbide, Lourdes Grobet, Nacho López, Pedro Meyer (México); Alberto Korda, Alberto Figueroa, María Eugenia Haya, Mario García Joya, Raúl Corrales, Rogelio López Marín (Cuba); Hugo y Francisco Cifuentes (Ecuador); y Paolo Gasparini (Italia/Venezuela), por solo mencionar algunos nombres. La colección temporalmente se extiende desde la década del veinte del pasado siglo con una pieza de Tina Modotti de 1926, hasta los primeros años de los 2000, con Ángeles Rodríguez Egaña y Franasco Elios Prada, con obras datadas del año 2002.
Aproximarse al estudio de esta muestra ha constituido un reto en toda su extensión, ya que resulta un botón de muestra de una colección mayor que nunca antes ha sido intervenida ni enriquecida con estudios, investigaciones profundas ni exposiciones. Constituye un reto también, porque al emprender la indagación de este fondo se complementan y organizan datos y contenidos que hasta hoy no han sido completados. Además, tal empresa ha dado la posibilidad de incentivar desde la propia Fototeca la gestión por despertar de un dilatado letargo una colección adormecida con el tiempo.
Fue interés de la institución, desde sus momentos iniciales, mantener contacto con investigadores y fotógrafos de otras regiones del mundo. A partir de esta motivación se comienzan a adquirir dossiers y obras de fotógrafos de distintos contextos. La proximidad geográfica con los territorios de América Latina ciertamente favoreció el constante intercambio entre la Fototeca y las distintas instituciones e investigadores del continente. La oscilación cultural de la fotografía latinoamericana y su presencia en nuestro país se produce entonces de manera sostenida y fuertemente afianzada desde finales de la década del ochenta.
Es a partir de la celebración en Cuba del Tercer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, en 1984, que se produce lo que pudiéramos denominar una apertura consciente y evidente de la manifestación a escala mundial. Avanzando los años, esta realidad fue asentándose y la creación de la Fototeca de Cuba en el ´86 constituyó el vértice que potenció y reafirmó lo que desde años anteriores venía cocinándose.
En los primeros años, la Fototeca acogió numerosas exposiciones de fotógrafos provenientes de América Latina, quienes llegaban con proyectos personales para exhibirlos en los espacios transitorios de la institución que recientemente abría sus puertas en La Habana. También por aquella época, instituciones culturales, Fototecas de otras regiones y galerías de arte aportaron muestras colectivas sobre fotografía contemporánea que itineraban por diferentes regiones del continente. Todo esto fue marcando un ritmo en la formación de las colecciones de la Fototeca y en su programación expositiva. La mayoría de las muestras de fotografía latinoamericana realizadas en ella, una vez finalizado el período de exposición, donaban todo el material y pasaban a enriquecer el fondo de la institución. Así, fue compendiándose un cúmulo notable de imágenes, autores y catálogos: una mezcla heterogénea de procedencias, estilos, temáticas, discursos y representantes, que devino luego en una singular colección dentro del repertorio general de la Fototeca de Cuba.
Ha sido a través de las donaciones que ella ha recibido que se ha conformado lo que es hoy el fondo de la colección de Fotógrafos Latinoamericanos. Todas las obras han sido adquiridas íntegramente gracias a las donaciones:
Primero a partir de la participación de fotógrafos en exposiciones colectivas, o en algunas exposiciones personales como es el caso de Graciela Iturbide; o a partir de instituciones que han traído exposiciones personales de fotógrafos como Nacho López, Ataulfo Pérez Aznar, Tina Modotti, o Charles B. Waite. Esas instituciones en ese momento trajeron la colección de esos artistas, realizaron la exposición en la Fototeca y han donado esa colección al fondo de nuestra institución. Por ejemplo, Tina Modotti fue a través de la Fototeca de Pachuca, en México, que conserva los negativos originales, hizo unas copias, hizo la exposición aquí y después entonces nos donó todo eso.(2)
La colección de Casa de las Américas constituye el antecedente directo del fondo visual de la Fototeca. En 1961 se crea el Departamento de Artes Plásticas con el objetivo de generar un mayor acercamiento entre los creadores de América Latina y el Caribe. A raíz de una sostenida voluntad por aunar las artes plásticas de toda la región, la Casa ha fomentado cada vez más su interés por conservar y difundir el patrimonio latinoamericano. En ese sentido, se ha conformado un registro visual construido por más de diez mil piezas, adquiridas principalmente a través de donaciones de artistas, coleccionistas o de otras instituciones. Esta lleva por título Colección Arte de Nuestra América Haydee Santamaría, en honor a su primera y más grande promotora.
Para 1981, Casa de las Américas se propuso estimular a los artistas del gremio fotográfico cubano y lanzó el Premio de Ensayo Fotográfico, el cual después se amplió y pasó a llamarse Premio de Fotografía Contemporánea Latinoamericana y del Caribe. Esta fue la plataforma cultural que antecedió la celebración en La Habana del Tercer Coloquio Latinoamericano de Fotografía, en 1984. La ocasión fue cita para el intercambio con numerosos fotógrafos de la región, lo que procuró nuevos horizontes de desarrollo y legitimación de la manifestación en el país.
La Colección de Fotógrafos Latinoamericanos: singularidades interesantes
La colección de Fotógrafos Latinoamericanos de la Fototeca de Cuba está conformada por 157 artistas procedentes de 9 países del continente, con un total de 1012 imágenes. Es importante señalar que la colección aún presenta hoy día vacíos informativos. Se hace necesario señalar que la misma requiere de un estudio de campo e investigaciones sostenidas sobre la colección y sus componentes artísticos con el objetivo de completar valores informativos importantes. Ciertamente, hay artistas identificados por nacionalidades y cuyas piezas presentan todos los datos necesarios para completar los campos de una base de datos al respecto. Sin embargo, hay otro grupo que aún no ha podido determinarse su procedencia, y en algunos casos el apellido, puesto que han sido registrados en el archivo por su nombre o a partir de la firma en la pieza. Esto es algo que aún la Fototeca de Cuba no ha consumado, permaneciendo la colección en un estado entumecido dentro de la institución, trabajada de manera oblicua y puntual.
Un aspecto crucial a destacar es el valor autoral que compendia, ya que entre los fotógrafos que están se encuentran algunas de las más importantes figuras de la fotografía a escala universal. Entre ellos destacan Agustín Víctor Casasola, Graciela Iturbide, Lourdes Grobet, los Hermanos Mayo, Nacho López, Pedro Meyer, Tina Modotti (México); Sebastiao Salgado, Lily Sverner, Cássio Vasconcelos, Antonio Saggese, Eustaquio Neves (Brasil); Esso Álvarez, Luis Brito, Nelson Garrido, Alexis Pérez-Luna, Vladimir Sersa, Roberto Fontana (Venezuela); Horacio Coppola, Ataulfo Pérez Aznar, Annemarie Heinrich, (Argentina); Lorenzo Armendáriz (Guatemala); y Martin Chambi (Perú).
El país latinoamericano que mayor presencia tiene dentro de la colección es México, con una cifra de 34 artistas; le siguen en cantidad Brasil con 20 artistas; Venezuela con 16 y Argentina con 12. También están representados Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Nicaragua y Guatemala, con un rango entre 1 y 4 fotógrafos.
Por otra parte, también es notable la diferenciación entre fotógrafos hombres y mujeres. La fotografía desde su surgimiento en el siglo XIX estuvo tutelada por el gremio masculino. El quehacer y comercio fotográficos se desarrollaron bajo la gestión de artistas hombres; mientras que el obrar femenino en el contexto de la técnica se mantuvo soslayado hasta las décadas finiseculares del siglo XX, momento a partir del cual la fémina comenzó a tener un espacio valioso dentro del entorno fotográfico, realidad que se manifestó en diferentes regiones latinoamericanas.
En este lado del mapa, la cámara, con sus inhábiles manuales y aparatajes, es tomada por manos de mujer con una actitud apacible aunque estimable. A inicios de la segunda mitad del XIX, la poca movilidad determinada por la técnica al uso y la propia posición de emprenda social a contraviento, hizo que la fotógrafa (…) ejerciera su trabajo (…), quizás bajo la fórmula de encargo y recomendación, o como acompañante parcialmente activa de un esposo o familiar dedicado al oficio y su comercio. En una época que transita desde la configuración más estricta de la mujer hogareña, católica, sumisa y maternal, hasta la irrupción de un obrar femenino intelectual y social de vanguardia (…).(3)
En ese camino de luces que se encendieron en el desarrollo de la fotografía latinoamericana realizada por mujeres, la colección conserva la obra de 32 fotógrafas de 5 países de América Latina: 9 de México, 4 de Brasil, 2 de Argentina, 1 de Venezuela y 1 de Chile; además de 15 féminas que quedan aún por identificar su nacionalidad. Si bien la representación masculina en la colección asciende a 125 artistas de la lente, es importante resaltar aquí el mérito de este fondo fotográfico en tanto ha logrado compendiar, conservar y catalogar un material sustancial de producciones realizadas por algunas de las más grandes fotógrafas como Graciela Iturbide, Tina Modotti, Lourdes Groubet, Miglangel Bompart, Paula Fortuna, entre otras.
La Colección de Fotógrafos Latinoamericanos se caracteriza por ser diversa no solo en representantes, procedencias y género, sino también en temáticas, formatos, estilos y técnicas. La pluralidad de propuestas y estéticas de las imágenes refuerzan ese carácter múltiple y singular que caracteriza a los pueblos de América Latina y el Caribe. Los temas abordan las principales problemáticas contextuales, sociales y políticas de los diferentes territorios latinoamericanos. La fotografía de esta región del planeta se enfocó en documentar cual registro antropológico los sucesos y revoluciones de cada período. Entre las temáticas más recurrentes trabajadas por los fotógrafos que conforman la colección están (4):
– La sociedad y el sujeto en los diferentes espacios de acción: obreros, niños, mujeres y ancianos fueron caldo de cultivo oportuno para los fotógrafo.
– Héroes y figuras importantes del momento histórico del que cada fotógrafo formó parte (Tina Modotti, Pedro Meyer, Nancy Urrutia).
– Tradiciones culturales y creencias religiosas (Narciso Torres).
– Espacios de convivencia cotidiana tanto desolados (Victor Gayol) como hacinados (Vicente Guijosa; Diego Vilas).
– Representaciones surrealistas a la vez que manifiestas críticas a la sociedad títere de los años en que los territorios de América Latina y el Caribe se encontraban en rencillas y bajo mandato hegemónico (Lutz Matschke).
– Las multitudes en plazas y estadios, en huelgas y concentraciones sociales (Nacho López).
– Fotografías previamente preparada su escenografía y andamiaje. Escenas y encuadres para nada gratuitos, cuya disposición de objetos revela una intención penetrante y cuestionadora con la sociedad y su sistema político y de divulgación (Horacio Coppola).
– Las críticas situaciones de desempleo (Jorge Cruz Zago), hambruna (Jaime Escutia), vivienda (Jorge Deustua) y economía. La nitidez en las expresiones de los rostros, los primeros planos de determinadas escenas o el amplio encuadre de una situación visualmente áspera, revelan una postura de inconformidad en la generación de los fotógrafos latinoamericanos del siglo XX.
– Las consecuencias de las guerras, el desgaste de la sociedad y la decadencia del sujeto muchas veces tendido en el suelo y ensangrentado (Carlos Domínguez).
– Las mujeres en sus funciones hogareñas y maternas, lavanderas y trabajadoras incansables (Graciela Iturbide).
– Escenas costumbristas, de celebraciones, encuentros y cenas familiares (Julieta Jiménez Caho, Ataulfo Pérez Aznar, Vladimir Sersa).
– El deporte y sus momentos de gloria (Lourdes Grobet, Agustín Víctor Casasola).
– El cuerpo también fue ampliamente utilizado por los fotógrafos en sus diferentes modos de representación: el cuerpo desnudo, fragmentado, mutilado, en complejo escorzo, travestido, expuesto sexualmente y extrovertido (Debby Zaratte, Antonio Saguesse).
Por otro lado, las piezas que forman parte del gran formato –catalogado según los criterios de organización del archivo de la Fototeca– están entre los 40 x 60 cm y 50 x 70 cm; mientras que las de pequeño y mediano formato varían en dimensiones, incluyendo reducidas postales de 4 x 4 cm. En su conjunto, la colección presenta 648 fotografías de pequeño y mediano formato, y 364 de formato grande.
La multiplicidad estilística subraya igualmente el valor de esta colección. Entre los estilos están la fotografía documental y arqueológica de la sociedad, la guerra y sus circunstancias, el sujeto y las diversas maneras de representación, el retrato desde diferentes ángulos y encuadres, el paisaje urbano y rural, ambientes interiores, la arquitectura, escenarios surrealistas y oníricos, la fotografía social y publicitaria, el universo infantil en sus disímiles realidades, el cuerpo y su diversidad representativa, la fotografía objetual muy similar a los bodegones de la pintura clásica, tomas costumbristas y alegóricas, y la abstracción.
El mayor conjunto de fotografías de la colección son en blanco y negro, realizadas en plata sobre gelatina. También hay algunas incursiones de fotógrafos que experimentaron con cámaras de cartón sin lente, papel fotográfico impreso analógicamente y después coloreado, diversos filtros de gelatina, además de estampas de infrarrojo sobre una impresión en blanco y negro para la obtención de interesantes y diferentes resultados.
Sin dudas, la colección de Fotógrafos Latinoamericanos constituye una muestra rica en variedad de piezas y autores, con un alto valor histórico y documental. Sin embargo, es una colección que no ha gozado de un seguimiento institucional en su completamiento de información y en el incremento de su fondo fotográfico. Tampoco cuenta con una base de datos digitalizada que permita el acceso a ella y sea factible para consultas o búsquedas especializadas. Similar sucede con las imágenes que forman parte de ella. El acceso es restringido pues no han sido digitalizadas, por lo que su manipulación es estricta ya que constituyen piezas de alto valor que datan de la segunda década del siglo XX.
En conversación con Lisette Ríos Lozano, directora y especialista en Gestión, Documentación y Conservación de Archivos Históricos de la Fototeca de Cuba, comentaba que esta es una colección que ha quedado suspendida (…) y con un crecimiento lento desde la aparición de la era digital.(5) Es interés de la institución rescatar del olvido esta colección. La premura del día a día y la propia dinámica agitada de un centro cultural vivo como lo es la Fototeca, ha provocado que ciertas gestiones e investigaciones se mantengan en un extendido impasse, a lo que el fondo de fotografía latinoamericana no ha quedado exento. Ello debe lograr otro nivel de respuesta desde la institución y sus especialistas asociados, porque solo así la colección se reavivará, crecerá y se conocerá en Cuba y en otras regiones con igual interés por la fotografía latinoamericana.
El material tampoco ha gozado de proyectos expositivos ni investigativos. La colección permanece virgen en cuanto a propuestas de exposición que unifiquen a los fotógrafos y sus obras. En 2006, a propósito del XX Aniversario de la fundación de la Fototeca, se realizó una muestra colectiva con fotógrafos cubanos y latinoamericanos (6). De estos últimos, solo se seleccionaron algunos de los más importantes de la colección para el proyecto curatorial.
Cuando la Fototeca de Cuba cumplió 20 años de fundada (noviembre – diciembre de 2006), Mabel LLevat y yo hicimos una muestra llamada Umbrales, y tomamos parte de la colección de fotógrafos latinoamericanos, los más importantes dentro de la colección como Luis Brito, Graciela Iturbide, Martín Chambi, Ataulfo Pérez Aznar, Tina Modotti, entre otros.
(…) los fotógrafos que forman parte de la colección sí han expuesto en la Fototeca, pero (…) a partir de muestras colectivas o personales independientes. De manera general la colección en su totalidad no ha sido expuesta, solo esa vez de Umbrales y fue una parte de la misma. (7)
Esta constituye una gestión esencial que debe proponerse la institución con el objetivo de rescatar y visibilizar su colección. De lo contrario, la misión que comenzaron Marucha y Mayito décadas atrás, quedará recóndita en un almacén si mayores logros que los de haber reunido un compendio interesante de imágenes y autores diversos. Pensemos que el coleccionismo, y concretamente el coleccionismo de arte, constituye un entramado de prácticas institucionales inconfundibles, todas las cuales deben darse para que el acto de coleccionar aparezca como algo diferente de la mera tarea de reunir cosas en un lugar o de acumular objetos. (8)
Hurgar en la colección de Fotógrafos Latinoamericanos de la Fototeca de Cuba ha permitido desempolvar archivos y rememorar la valía de un tesoro que en esta institución se guarda. El material no solo responde a una consciente intención personal en su génesis, e institucional después, de reunir un fondo documental que aunara lo más representativo de dicha región geográfica. También su formación y gradual crecimiento –hasta su estanco en los últimos tiempos–, vienen a complementar lagunas existentes en colecciones anteriores como la de Casa de las Américas.
Una y otra probablemente se integren en artistas y piezas. Desde perspectivas e intereses disímiles, directivos diferentes y medios de adquisición igualmente distintos, tanto la Casa como la Fototeca presentan una excelente colección de fotografía latinoamericana. Se hace necesario una pesquisa a profundidad para establecer vínculos, analizar los fondos y dar a conocer el tesoro que ambas entidades albergan, en función de que la colección crezca en investigaciones, en socialización y en actividad.
El hecho de constituir la Fototeca de Cuba el espacio por antonomasia de la manifestación fotográfica, el sitio donde encontrar referencias, bibliografías, exposiciones, fondos documentales y colecciones diversas, ya le proporciona un valor agregado a lo que en ella se conserva y gestiona. El Programa Memoria del Mundo tiene en su haber tres objetivos fundamentales: apoyar la preservación del patrimonio documental, facilitar su acceso universal de forma permanente y sin obstáculos, y crear una mayor conciencia de la existencia e importancia del patrimonio documental (9). Siguiendo estas premisas, se hace urgente y necesario que la Fototeca de Cuba emprenda una labor constante de actualización, enriquecimiento investigativo, de nuevas adquisiciones y de visibilización de la colección de Fotógrafos Latinoamericanos.
Cuba es un país que posee cuantiosos valores artísticos congregados en nuestras instituciones. Incentivar las investigaciones científicas y las gestiones promocionales, que a su vez respondan a la ganancia favorable de bienes culturales únicos, es una tarea que requiere constancia y tesón. La colección que hoy nos ocupa demanda de tal empresa, con el objetivo de encauzar proyectos que examinen, transmitan y reafirmen su valor como un auténtico patrimonio documental sobre la fotografía latinoamericana atesorada en la Fototeca de Cuba.
(1) Llevat, Mabel y Ríos Lisset (2006). Umbrales. Exposición colectiva de fotografia latinoamericana. La Habana: Fototeca de Cuba.
(2) Entrevista realizada a Lisette Ríos, especialista en Gestión, Documentación y Conservación de Archivos Históricos de la Fototeca de Cuba, 28 de mayo de 2018. Fototeca de Cuba. La Habana.
(3) Morell, Grethel (2015). Danas, esfinges y mambisas: mujeres en la fotografía cubana (1840-1902). La Habana: Ediciones Boloña.
(4) Los nombres referenciados en cada tema no significa que fueron los únicos que trabajaron ese tópico en particular. La mayoría de los artistas de la colección se caracterizan por una variada propuesta estética y discursiva.
(5) Entrevista realizada a Lisette Ríos. Op. Cit. 28 de mayo de 2018.
(6) La muestra colectiva tuvo por titulo Umbrales, celebrada en la Fototeca entre noviembre y diciembre de 2006, con la curaduría de Lisette Ríos y Mabel Llevat. En la nomina de artistas figuraron cubanos y latinoamericanos como Luis Brito, Cássio Vasconcelos, Miguel Río Branco, Pedro Meyer, Graciela Iturbide, Martin Chambi, Marta Maria Perez, Korda, Manuel Piña, Maureen Bisilliat, Dario Olega, Vera Sandroni, Lourdes Almeida, Néle Acevedo, Gory, Grandal, Mario Diaz, Rigoberto Romero, Jose Manuel Acosta, Mario Garcia Joya, Annemarie Heinrich, Victor Mariña, Gerardo Barros, Manuel Alvarez Bravo, Sebastian Salgado, Archivo Casasola, Carlos Contreras, Nelson Garrido, Ataúlfo Perez Aznar, E. Rivera, Juan Camilo Segura, Sergio Toledano, Paulo Gil, Eustaquio Neves, Lorenzo Armendariz, Tina Modotti, Maria Eugenia Haya, Rafael Goldchain y Antonio Saggese.
(7) Entrevista realizada a Lisette Ríos. Op. Cit 28 de mayo de 2018
(8) Danto Arthur C. (1991). Desde cajas de cerillas hasta obras maestras: para una filosofía del coleccionismo. En revista Minerva, No 10 (pp 77-79).
(9) Cfr. Programa Memoria del Mundo del Comité Regional para América Latina y el Caribe. Disponible en la web
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