Una hermosa y trágica poesía fluye a través del lienzo.
En su larga trayectoria, la artista Isabel Iacona ha logrado conciliar su producción pictórica con viajes y exposiciones alrededor del mundo. Sus obras tienen la luz y serenidad de quien ha crecido en contacto con la naturaleza.
Paisajista y artista, desde sus comienzos se dedicó a plantar y ver crecer a sus flores tanto en la tierra como en la tela.
La Bienal del CAYC en 1980, dirigida por Jorge Glusberg fue la plataforma que la posicionó entre las jóvenes promesas del arte contemporáneo. A partir de ahí, fue invitada a exponer en Museos y galerías de Argentina, Uruguay, China, Francia, Inglaterra, Irlanda, Estados Unidos y Brasil pasando largos períodos de residencia en el exterior.
En 1998 fue seleccionada en el LXXXVII SALON NACIONAL DE ARTES PLASTICAS, el concurso de arte más prestigioso de Argentina que convoca la participación de los más importantes artistas.
“El simbolismo femenino en la pintura de Isabel Iacona se genera en el misterio que reina en y fuera de la tela: es la esencia misma de la realidad”, sintetiza el crítico Jorge Jauregui.
“…aquí surge la referencia con Georgia O’Keeffe, su pintura trataría la construcción del mito de lo natural a partir de lo desconocido y del subconsciente: es el sueño de cada poeta, de cada artista que se expresa en la obra. Nostalgia, melancolía, subjetividad accesible solo a los sentidos.
Las flores califican la turbadora confusión de detalles que presenta la naturaleza tal cual es. Primero hay un análisis y luego una síntesis mental que se recrea sobre la tela. En ambos procesos las emociones estéticas guían al pensamiento de Isabel Iacona: su fuerte sentido del color domina ésta reconstrucción creadora de la escena floral en su pintura. Sin desdeñar la imitación realista, trata de captar la esencia de lo que pinta. En la primera operación, la del análisis, la mirada de Isabel Iacona no ve el objeto natural tal cual es, sino sus formas. Cuando esas formas son trasladadas a la tela, las cambia ligeramente.
El color es la parte integral en la composición del cuadro: son bermellones, azules, verdes, amarillos y negros más brillantes, equilibrados y fijados por delicados colores neutros. Es el color más brillante -directo- pero siempre armonioso: cada color está puesto al lado del color adjunto con gusto y selección, pues es color arbitrario, color por su sola razón, color elegido sin aparente cuidado de las apariencias realistas de los objetos –flores- pintados: es audacia y brillo (quizás con reminiscencia de Jennifer Barlett), es color alegre y dichoso, amable pero incesantemente fuerte.
En Isabel Iacona la expresividad se manifiesta de modo evasivo, difícil de definir, difícil incluso de describir en términos específicos pues se trata de una cualidad emocional, sutil y a veces engañosa. En “Horizonte”, por ejemplo, la expresividad (y el simbolismo) toma la forma de una gran melancolía que invade toda la tela. La fragilidad del cáliz, la presión del tallo, el requiebro casi sinuoso (y asombrado) de la flor misma, el contorno carnoso y la dirección de los pliegues y pétalos – que nace “nocturnamente” del alma del artista. Una hermosa y trágica poesía fluye a través del lienzo» concluye Jorge Jauregui
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Lo que se viene… Jueves 25 de Abril, 18 hs GALERÍA ALEJANDRO FAGGIONI “Planimetrías" reúne la obra de 26 grandes...
Beautifully colourful work Isabel
Impressive…